Debido a un imponderable (la lluvia), la Biblioteca de México tuvo que alojar el Primer Encuentro que el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, sostuvo con estudiantes de los institutos tecnológicos, universidades politécnicas y universidades tecnológicas. Se trataba, en palabras de Nuño, de sostener un “diálogo abierto” con ese “ejército de innovadores” y presentarles la visión que tiene el titular de la SEP de ese subsistema de educación superior.
Es mejor que existan conversaciones y diálogos entre servidores públicos y estudiantes a que por temor no se convoquen. De hecho, al tomar la palabra, Salvador Jara, subsecretario de Educación Superior, dijo que era importante que los jóvenes “ejercitaran su pensamiento” en encuentros como estos que, entre otras cosas, sirven para despejar dudas sobre la política educativa del país. Porque luego, afirmó Jara, hay mucha “charlatanería”.
Lamentablemente, la dirección Comunicación Social de la SEP sólo tiene publicada la larga participación de Aurelio Nuño y lo más interesante de ésta es, a mi juicio, la intervención que hicieron los jóvenes y las respuestas que ofreció el secretario Nuño. El encuentro, en extenso, aparece afortunadamente en YouTube.
¿Qué se observó en este encuentro? Al menos dos cosas llamaron mi atención. Primero, que mientras los estudiantes se concentraron en problemas muy particulares y específicos de sus instituciones, Nuño aprovechó cada pregunta para hablar de la Reforma Educativa que, hasta donde se sabe, está enfocada al nivel de educación básica y media superior.
Cuando una chica de Nayarit quiso conocer que propondría el titular de la SEP para detener la fuga de cerebros, el secretario primero dijo que era necesario crear mejores condiciones de vida y luego se alargó ensalzando las 13 reformas que el presidente Enrique Peña Nieto ha promovido y todas, dijo, están “integradas”. Así también, cuando Marco Antonio lo cuestionó sobre un problema muy bien documentado de las universidades tecnológicas y que es la falta de expresiones culturales en sus planes de estudio, el “responsable de la política educativa” del país les habló de las políticas de Jaime Torres Bodet, citó fechas de manera exacta (cosa que apantalla) y luego dijo que al proponer el Nuevo Modelo Educativo, se va a incluir un componente de educación cultural y artística para la educación superior. ¿A poco? ¿Y los intentos previos (y fallidos) no los conoce el secretario Nuño? ¿Y ya les preguntaron a las universidades autónomas sus experiencias con respecto a la difusión y extensión cultural?
Segundo punto que me llamó la atención del encuentro con estudiantes fue, por un lado, la queja de los estudiantes de las universidades tecnológicas sobre la falta de equipamiento e infraestructura. Paola de la UT de Tecamachalco afirmó que cuando ella estudió no había laboratorios y que pese a ello, se han logrado avances notables. De hecho, ella participó en programas de intercambio estudiantil, imagínese “¿qué se lograría con apoyo?”, remató. Por otro lado, fue interesante que Nuño recurrentemente hablaba de que esos jóvenes formaban parte de la primera generación de su familia en ir a la universidad. Es decir, la educación superior tecnológica, en particular las UT, están contribuyendo, ciertamente, a la movilidad social intergeneracional y esto, como afirmó Julio Rubio (2006), es mayor en las UT que en las universidades públicas autónomas.
Sin duda alguna, la movilidad intergeneracional es un rasgo de avance social que no puede soslayarse y si una opción educativa de corta duración y vocacional contribuye a que los jóvenes alcancen mayores oportunidades educativas que su padres, es digno de reconocerse. Ahora, un punto complementario a la movilidad intergeneracional es la de tipo intrageneracional, es decir, el movimiento que logran los individuos dentro de su mismo grupo y no en relación a la generación pasada. ¿Se mueve ascendentemente el grupo de los técnicos en la estructura social de México? ¿Por estudiar una opción tecnológica, tenemos la posibilidad real de cambiar de clase social? Hacen falta mayores estudios al respecto, pero el estudio de Cortés, Escobar y Solís (2007) encontró que una variedad amplia de empleos técnicos y profesionales ya no brindada el estatus, los ingresos y la seguridad que otorgaba hace treinta años.
Ojalá este tipo de temas y preocupaciones se aborden en el segundo encuentro con jóvenes universitarios. Sin equipamiento, cobrándoles cuotas muy altas, alejados de las grandes urbes y dejando de lado la formación integral y el pensamiento crítico será muy difícil que la educación tecnológica sea un motor de movilidad social intrageneracional. Por más importantes que sean, los programas de becas anunciados por el secretario Nuño en el encuentro, no van a la raíz del problema.
Profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro
Twitter: @flores_crespo