Por Jennifer L. O’Donoghue
Este miércoles, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, reconoceremos a los maestros ganadores del Premio ABC 2015. Ya en su octava edición, el Premio reconoce a maestros, directores, asesores técnico-pedagógicos, supervisores y equipos de maestros de escuelas públicas en educación básica que son ejemplo de vocación, desempeño y creatividad, que no se detienen por las circunstancias de su entorno, sino que mantienen altas expectativas y catalizan grandes aprendizajes en todas y todos sus alumnos.
El Premio nació en 2008 con tres propósitos: 1) Conocer y reconocer: fortalecer el vínculo entre la sociedad y sus docentes; 2) Destacar la práctica de maestros ejemplares: aprender de los maestros que hacen de su labor profesional algo especial; y 3) Desarrollar un modelo de evaluación: contar con instrumentos y procesos integrales y contextualizados que ayuden a entender la complejidad de la labor docente.
A lo largo de los próximos días, semanas y meses nos dedicaremos a los primeros dos puntos (ver www.mexicanosprimero.org). Hoy, en este espacio, me gustaría enfocarme en el tercer propósito, el de experimentar con y construir un modelo integral para entender lo que es ser un maestro ejemplar en México.
Desde el primer año del Premio, nos dimos a la tarea de desarrollar herramientas y procesos para ayudar a los maestros a explicar mejor su labor y a nosotros a captarla y transmitirla a un jurado calificador (un grupo con experiencia en el tema educativo que hace la selección de los ganadores), así como a la sociedad.
A través de los años, aprendimos, ajustamos y mejoramos. En enero de 2014, involucramos a maestros ganadores del Premio ABC 2008 al 2013 en un rediseño formal del proceso de evaluación. Con base en sus experiencias y comentarios, revisamos los decálogos que sirven como base para la evaluación, abrimos una nueva categoría del director escolar y elaboramos nuevos instrumentos para la conformación de los portafolios de evidencia y el trabajo en campo. De esta manera, buscamos aprender de los maestros mismos sobre la mejor manera de entender y documentar la labor de un maestro.
El nuevo proceso, implementado en los dos últimos años, comprende seis pasos:
- Registro de evidencias en línea: los maestros elaboran un portafolio en línea con material sobre su trayectoria y desarrollo profesional, su práctica en el aula y su relación con alumnos, colegas y familias.
- Revisión de portafolios: el equipo de investigación de Mexicanos Primero evalúa las evidencias de acuerdo con rúbricas basadas en el Decálogo del Buen Maestro y hace una preselección.
- Selección de semifinalistas: el jurado calificador examina los portafolios de los maestros y elige a los semifinalistas.
- Trabajo de campo: investigadores educativos externos visitan las escuelas de los semifinalistas, conocen a la comunidad escolar, observan a los maestros en su labor diaria, realizan entrevistas a los candidatos, sus pares, sus supervisores, sus alumnos y las familias, y elaboran un portafolio con información multimedia.
- Revisión de evidencia de campo: los investigadores de Mexicanos Primero evalúan el material de la visita de campo y preparan su presentación para el jurado.
- Selección de ganadores: el jurado evalúa las nuevas evidencias y, por unanimidad, elige a los ganadores del Premio ABC.
Este proceso invita a los profesores a reflexionar sobre su trabajo y presentarlo desde distintos ángulos. Sin embargo, los maestros son personas modestas que a veces no reconocen o no quieren “presumir” de lo grande de su labor. Para ellos es sencillamente lo que hacen día tras día. Por eso es fundamental visitarlos e involucrar a sus comunidades escolares; verlos en sus escuelas y escuchar las voces de sus alumnos y sus familias, así como de sus colegas y supervisores. Esto amplía y profundiza la auto presentación de los maestros; nos permite ver el compromiso, lucha, y pasión por aprender y guiar el aprendizaje de otros que estos maestros contagian a todos a su alrededor.
A la fecha, el Premio ABC ha reconocido a 86 maestros ganadores, pero hemos conocido y aprendido de cientos más que han participado en este proceso riguroso de evaluación. Es un proceso intensivo, sí, pero nos equivocamos si pensamos que la complejidad de la docencia – que en su aspecto más fundamental se trata de las relaciones entre personas, maestros aprendiendo con sus alumnos y con otros maestros – se puede reducir a un proceso sencillo.
Directora de Investigación de Mexicanos Primero
Twitter: @jennodjod