Cátedra Pablo Latapí, una crónica interesada: espacio de debate en la reivindicación de las identidades, resistencias y la lucha del normalismo rural
Por Dra. María del Rosario Maríñez
Académica e investigadora de la Universidad Iberoamericana Campus Tijuana
Miembro del Comité de Redacción del Observatorio Ciudadano del Derecho a la Educación y la Justicia
Desde el año 2010, el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) lleva a cabo la Cátedra Pablo Latapí Sarre en alguno de sus centros educativos. Trátase de un evento académico de dos jornadas, en donde suele invitarse a un académico de talla internacional en el campo de la educación, afín al pensamiento de Latapí. Asimismo, se presenta un panel de expertos en donde se expone, analiza y debate sobre una temática específica en el campo de la educación y la investigación educativa.
La Cátedra Pablo Latapí, organizada por el Campo Estratégico de Acción de Modelos y Políticas Educativas del SUJ, tiene como propósito continuar en la ruta marcada por el pensamiento problematizador sobre la educación de quien fuera el padre de la investigación educativa en México.
El 27 y 28 de agosto de 2015 se realizó en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, la sexta edición, que llevó por título: “Contribución de las normales a una educación más justa”, esto, precisamente en un momento en que se vive la angustia y la incertidumbre en torno a la desaparición de los estudiantes normalistas y las condiciones indignas de muchas normales por falta de la idoneidad prescrita por la reforma educativa.
En esta ocasión el invitado especial ha sido el Dr. Carlos Cullen, filósofo de la educación de la Universidad de Buenos Aires, quien impartió el seminario “Enseñar hoy y aquí: un desafío ético-político. La docencia entre huellas socio-históricas y horizonte emancipador”, y la conferencia magistral: “En educación la América profunda busca su sujeto. El desafío de las verdades seminales en la investigación educativa”
Luego de dos intensas jornadas de conversatorio en las que participaron académicos y estudiantes de posgrado en Educación de la Ibero México, así como maestros de diversas normales, el Dr. Cullen recreó amorosamente, como suelen hacerlo aquellos “seres de saber”, sobre el lugar que ocupa el conocimiento en los procesos de formación. Para apoyar su exposición filosófica, el Dr. Cullen hizo un ejercicio de genealogía sobre el concepto de formación asociándolo a una identidad narrativa, esto es, a la pregunta: ¿quién eres? A lo cual le sigue el narrar o contar una historia que muestra que en los procesos de formación el docente está tratando que su otro, el estudiante, esté aprendiendo a pensar bien.
Escuchar al Dr. Cullen ha sido un privilegio pues su palabra, además de sencilla y cálida, es muy profunda y se posiciona desde el ámbito de las emociones que atraviesan el ser y el estar del docente en su acción de formador de sus otros: los sujetos de la educación, los alumnos y alumnas. De allí también que este filósofo, este académico de palabra sugerente, también sea un provocador, pues a su curriculum agregó su función de abuelo. Y su atrevimiento al inicio de su conferencia de presentar la foto de sus hijas y sus nietos, para mostrarnos precisamente sus sentimientos.
El Dr. Cullen expuso palabras desde la perspectiva de nuestra identidad latinoamericana, la cual nos da fuerza para la resistencia y para movernos en torno a la conciencia sobre la profesión de educador, que implica una relación con el otro.
La palabra de Cullen es una brújula para nuestro quehacer. Nos ofrece una visión articulada en la fragilidad impredecible de la cotidianidad de la escuela, atravesada por las exigencias institucionales (administrativas y programáticas). Asimismo, nos devela nuestra vulnerabilidad y fragilidad en el momento en que el otro nos llama, nos interpela.
Además de la conferencia del Dr. Cullen se presentó el panel “Las escuelas normales rurales y su contribución a una educación más justa en México” en el que participaron las doctoras Ruth Mercado (DIE-Cinvestav), Mercedes Ruiz Muñoz (Ibero Ciudad de México) y la maestra Sylvia Schmelkes (INEE).
El título de este panel de expertas visto desde el escenario de la reforma educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto, en el que las normales son objeto de gravísimos intentos por desaparecerlas no sólo por inanición presupuestal, sino mediante ataques directos, como el caso de Ayotzinapa, puede sonar provocador a la élite del régimen. Sin embargo, situándonos en el pensamiento de Pablo Latapí, el cual abona sobre la necesidad de construir ciudadanía haciendo valer el derecho a la educación y a la justicia social, lo presentado por esas investigadoras nos permite mirar comprehensivamente a esas instituciones formadores de maestros rurales en un devenir histórico de casi noventa años.
Asimismo, nos hace reflexionar que en aras de no permitir tal desaparición, los jóvenes y maestros de las normales rurales viven y sobreviven resistiendo a la imposición de modelos educativos que se ciernen como Espada de Damocles para descabezar la cultura y la razón de ser de las comunidades rurales.
En su participación, la Dra. Mercado, quien durante mucho tiempo ha hecho un riguroso trabajo etnográfico sobre la formación docente, abordó las dimensiones formativas de los estudiantes de las normales rurales a partir de dos preguntas centrales: Una, ¿por qué estudiar en una normal rural? Y, dos, ¿qué es la normal rural para los estudiantes?
En primer término, la Dra. Mercado nos dice a través de una estudiante: “Esta normal es una escuela que brinda apoyo gratuito para tu educación porque te forma y no pagas nada. Claro que tus padres te tienen que apoyar para tus pasajes o para tus prácticas, pero realmente aquí ni siquiera tenemos que pagar hotel para quedarnos o rentar, no pagamos agua, luz, ni comida. Entonces esto hace fuerte a los estudiantes como nosotros que no tenemos recursos para estudiar en otras universidades”.
Como respuesta a la pregunta ¿qué es la normal para los estudiantes?, otra estudiante dice: “Yo pertenezco a dos familias, hay días que llego a mi casa y digo: ya me voy a mi casa… perdón a la escuela. Si nosotros le preguntamos a la mayoría que estudiamos en una escuela como esta, todas diríamos que amamos nuestra escuela. Las demás escuelas para los estudiantes son eso, una escuela, pero nosotras decimos de la normal: aquí es mi segunda casa”.
La investigación de la Dra. Mercado muestra lo poco que se ha estudiado en la actualidad la formación de las y los jóvenes en las normales rurales. Investigaciones históricas como las realizadas por Alicia Civera y Tanalís Padilla, muestran los intentos por desaparecer las normales rurales, desde ataques directos en la época del sinarquismo en los años 30 del siglo veinte, hasta la estigmatización mediática como la que hacía Elba Esther Gordillo en la década de los noventa, y que continúan haciendo en el presente autoridades educativas y empresarios al diseminar la idea de que estas escuelas son “semilleros de guerrilleros” y que tienen un “curriculum oculto” porque allí se estudia marxismo-leninismo. Afortunadamente investigaciones como la de la Dra. Mercado nos develan las prácticas de formación de los chicos y chicas que allí estudian, no sólo como docentes, sino como personas maduras, fuertes, comprometidas con sus comunidades. Al respecto la Dra. Mercado nos muestra la voz de un director entrevistado:
“Yo creía de las estudiantes lo que dice el común de la gente, lo que vemos, que las muchachas habían tomado las instalaciones, que tomaron las carreteras, que tenían camiones y eso genera molestia y en lo personal decía que mejor sería se pusieran a estudiar. Pero cuando está uno del otro lado (en la escuela) conoce muchas cosas. Entre ellas por ejemplo, a mí me admira mucho que su jornada diariamente consista en el día completo, desde antes de las seis para poder lavar su ropa, asearse y tener sus áreas limpias. Después de eso irse a clases, hacer sus tareas y tener en la tarde más actividades. Es algo que no se ve, o sea que sí cambia la perspectiva”.
La Dra. Mercado también expuso las dos dimensiones en que ocurre su formación:
Por una parte, la que se realiza en el ámbito del internado a través del trabajo colaborativo doméstico y productivo, como las decisiones y responsabilidades colectivas, la formación en la autonomía, la solidaridad y el apoyo mutuo, la disciplina al interior del estudiantado, la colaboración con las comunidades locales y las movilizaciones más radicales que tienen lugar cuando es más crítica la supervivencia dada la falta completa de recursos públicos impuesta por el gobierno.
Por otra, la formación se produce a través de los estudios académicos articulados a la vida comunitaria regulada en internado, como la cercanía entre profesores y estudiantes y el compartir dificultades y soluciones académicas.
Todo ello nos hace ver cuánto trabajo de investigación se necesita para ponderar en su justa dimensión cómo esas experiencias de formación podrían ser consideradas para el mejoramiento y replanteamiento de los modelos educativos que han prevalecido en el sistema educativo.
Por su parte, la maestra Sylvia Schmelkes, presidenta de la Junta de Gobierno del INEE, reconoció que existe un histórico abandono gubernamental hacia las escuelas normales rurales, por lo que éstas se han volcado hacia la lucha y resistencia para enfrentar dicho abandono. Pero, también señaló que el 53.4% de los profesores egresados de las normales rurales resultan “no idóneos” para impartir clases, lo que refleja una gran pobreza académica, resultado de todas las condiciones precarias en las que funcionan.
Añadido a esto, la Dra. María Mercedes Ruiz Muñoz recuperó del pensamiento de Pablo Latapí su preocupación por las insuficiencias e inadecuaciones del sistema educativo mexicano para promover una educación más justa. Como discípula de Latapí, la Dra. Ruiz Muñoz considera que un hecho ominoso como el ocurrido en Iguala, Guerrero, contra los estudiantes rurales de Ayotzinapa no debe ser “naturalizado”. Trátase de una académica comprometida socialmente, cuyas líneas de investigación están orientadas a analizar los procesos de abyección, es decir, de bajeza, de humillación que ocurren en el incumplimiento del Estado en su obligación de garantizar el derecho a la educación y la justicia.
En el segundo día de la Cátedra Pablo Latapí, además de las intervenciones comentadas, los estudiantes del Seminario de Historia y Política Educativa en México, de la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación de la Ibero Ciudad de México, presentaron el video: “Escuelas normales rurales: génesis y permanencia”. En poco más de seis minutos, se muestran imágenes y una narrativa sobre la historia de las normales rurales a partir de su creación en 1922.
Allí se explican sus objetivos centrados en la integración de los campesinos indígenas al desarrollo económico, social y cultural del nuevo Estado surgido a partir de la Revolución Mexicana. Y mediante la construcción de una línea del tiempo muestran las variaciones en su número: 16 en 1930; 46 para 1940; 18 en 1946; 14 en 1957; 29 en 1960; 15 en 1969. Actualmente, funcionan en condiciones muy precarias y en franca resistencia sólo 16.
En el video se muestra cómo las escuelas normales han sido objeto de ataque constante, estigmatizadas y reprimidas, en especial en los gobiernos de Ávila Camacho, Díaz Ordaz y más recientemente a partir del gobierno de Fox y el liderazgo de Elba Esther Gordillo en el SNTE. Pero, el punto crítico de los ataques, sin duda, se ha alcanzado dada la gravedad en términos de violación de los derechos humanos, en el caso paradigmático de Ayotzinapa, y en el contexto en que tiene lugar la reforma educativa de 2013.
Sin embargo, estas escuelas representan la única oportunidad educativa para un gran sector de la población que históricamente ha sido oprimido, excluido, olvidado. De allí el surgimiento y mantenimiento de la resistencia de sus estudiantes y maestros para que permanezcan y sean una opción laboral y de desarrollo de sus comunidades.
Como parte de la participación del público en este panel, escuchamos la voz de los maestros normalistas del Estado de México y de la Escuela Nacional de Maestros, quienes hicieron un posicionamiento muy crítico a la reforma educativa y su política de evaluación, la cual ha etiquetado a los maestros de las normales rurales como no “idóneos” para la docencia.
La Cátedra Pablo Latapí 2015 cerró dando la voz a dos estudiantes de normales rurales: uno sobreviviente de la Normal de Ayotzinapa y una joven de una normal en Oaxaca. Ellos nos han interpelado al pedirnos: “Abran los ojos, empiecen a escuchar, tenemos problemas colectivos, nos hemos encerrado en nuestro pequeño mundo. Es una burla hablar de la educación en México.”
¿Será posible que abramos nuestros ojos y oídos a estas palabras? ¿Será posible que en México nuestros jóvenes vean el futuro y tengan espacios para expresar sus demandas? Quiero saber si los jóvenes normalistas rurales van a seguir en su lucha para acceder al derecho a la educación y la justicia. ¿Después de Iguala como se configura la vida de los normalistas? ¿Como Sistema Universitario Jesuita cómo nos posicionamos frente a esta problemática de injusticia social?