Durante el Segundo Congreso de Ciencia Forense “Dando nombre a los desaparecidos”, organizado por la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se dio a conocer que con solo analizar el dedo pequeño del pie, el sarro dental o huesos largos como el fémur o el húmero de un cadáver, es posible conocer la edad aproximada, género y contexto en que vivió y hasta lo que comió la persona fallecida.
Al respecto, Elizabeth Alfaro López, de la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, señaló que el reto de la identificación de personas aumenta su complejidad, si los cuerpos que se analizarán están descompuestos, algo común en entidades donde el clima es extremo.
Explicó que las huellas dactilares, los tatuajes, la sangre, el cabello y el tejido de hígado, riñón o músculo son las formas más habituales de identificación, pues facilitan cotejar características evidentes con las pruebas de ADN.
Si un cadáver está putrefacto, para su identificación deben elegirse dientes y huesos, que son los mejor conservados porque son duros; además, son una fuente rica de ADN.
De huesos y dedos, recalca, se hace una extracción orgánica para conseguir ADN que luego se amplifica y se lee para saber si la persona era hombre o mujer y si corresponde al material genético de algún familiar. Con este método, subrayó, se ha reducido el tiempo del proceso para lograr, entre 18 y 24 horas, un perfil de calidad.
Actualmente, la UNAM ofrece la carrera de Ciencia Forense, la cual, entrelaza temas de medicina, química, biología, antropología, filosofía y derecho, así como técnicas de criminalística, microscopía y análisis genético, entre otros.
Finalmente, la experta recomendó para los nuevos profesionales la identificación de personas, a través de piezas largas como fémur, húmero, cúbito, radio, tibia o peroné, así como el dedo chiquito del pie, correspondiente al meñique, pues se trata de una muestra de uno a cinco centímetros.