Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil pensaba en la lógica. Oigan esto: un juez federal ordenó a la Secretaría de Educación Pública reactivar la evaluación docente. Cómo lo oyen, luego de que la SEP “suspendiera indefinidamente la evaluación”, el inexistente secretario de Educación Pública anunció que los exámenes se realizarían en las fechas previstas y que nunca fueron cancelados sino suspendidos. Gamés se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó con el tumbaburros entre las manos: cancelar y suspender. Al gordito de la SEP no le falta razón, para qué más que la verdad. Cancelar: anular, hacer ineficaz un instrumento público; suspender: detener o diferir por algún tiempo una acción o una obra.
Ahora mal, la fotografía del gordito en los periódicos no tiene precio, el licenciado Chuayffet saluda a la cámara con una mirada socarrona, ¿qué pensaban, que se cancelaba la reforma educativa? Nanay, todo se hizo para destantear al enemigo. “Sólo se guardó prudencia para no afectar los tiempos electorales”, dijo el gordito. El gobierno dice y se desdice para no afectar los tiempos electorales. ¿Cómo la ven? Sin albur.
La explicación
No sólo el gordito ha tomado cartas en el asunto, la Secretaría de Gobernación a través de su encargado se ha pronunciado: “no fue un acuerdo político lo que suspendió la evaluación educativa. Una y otra vez a legisladores y a la sociedad civil se le ha demostrado que no ha habido un solo acuerdo que lastime a la reforma educativa (…). Vamos hacia delante y se va a lograr esta reforma que transformará la educación del país”.
El secretario Osorio Chong ha dicho que el secretario Chuayffet ya explicó las razones por las cuales se suspendió la evaluación: “esta decisión no entró en el debate para evitar complicaciones en términos electorales, pero no es un acuerdo político lo que la suspendió, es un asunto interno de la SEP que ya explicó el secretario Chuayffet”.
La verdad sea dicha (muletilla patrocinada por Morena), la explicación del gordito es un tanto cuanto rara: sí, pero no; no, pero sí. La reforma no va, pero sí va. Convendrán la lectora y el lector que estamos ante el acto de una obra de Beckett. Caracho, cómo aguanta vara el gordito, a eso se le llama disciplina de hierro y no pedazos. Ahora mal: se entiende, aunque no se comprende, que el gobierno de Peña tomara sus precauciones antes de la elección, pero es un poco como jugar a las escondidillas. Un, dos, tres por la reforma y todas sus consecuencias. En el amplísimo estudio, se escuchó un lamento: ay, mis hijoos.
El presidente de la República dijo: “ni se posponen ni se difieren, y por ninguna razón se cancelan (…). De ahí que no quepan confusiones”. Correcto, faltaba más, no cabe confusión pues la SEP anunció que se suspendía indefinidamente la evaluación, más claro ni el agua. Total: se mantienen los calendarios, dice el presidente: “Firme, la decisión de materializar las 12 reformas estructurales. No caben las confusiones”. Pues no se diga más, como dicen los viene viene: venga venga, atrás, venga, con cuidado con el gordito.
Maestros
Como en las películas de Batman, en Ciudad Gótica las cosas transcurrían como dirigidas por la mano del Guasón. Cuatro o cinco mil maestros marchaban por las calles de la ciudad. Marchan y cobran, como dice Gil desde hace muchos artículos. Y de pronto, inexplicablemente (larguísimo adverbio), la comisión negociadora de la CNTE y la Secretaría de Gobernación se reunieron. El subsecretario Miranda declaró que Gobernación no se reunirá de nuevo hasta que todos los contingentes regresen a las aulas a trabajar. Más vale tarde que jamás, pensó Gil. Por medio de sus voceros, la CNTE ha dicho que si no se instala la mesa, pondrán un plantón en Reforma y Bucareli: “Emplazamos a este gobierno federal para que si en tres minutos no se instalan las mesas estaríamos instalando campamentos aquí en el Caballito, en Reforma. Donde más pega a la economía”. Tres minutos, ¡canastos!
La verdad es que todo es muy raro. Primero, mediante un comunicado escueto, la SEP suspende indefinidamente la evaluación, es decir, acaba con la reforma educativa; luego, el gordito entra a escena y con gran fuerza de carácter afirma que la evaluación va; después de que el gordito monopoliza el ridículo, el secretario Osorio declara que la reforma va y, un día más tarde, el presidente afirma que no caben confusiones. Aigoeeei.
La máxima de Pascal espetó dentro del ático de las frases célebres: “Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la falta de contradicción es indicio de verdad”.
Gil s’en va.
Twitter: @GilGamesX