Lo nuestro, estoy cada vez más convencida, es desperdiciar talento. Para proteger los monopolios de los poquitos que disfrutan las mieles de un país de privilegios, le cerramos el paso a todos los demás y desperdiciamos talento a raudales. El de los niños y jóvenes, el de los indígenas y, sobre todo, el de las mujeres.
Digo “sobre todo”, pues las mujeres somos la mitad del país y estamos todavía muy lejos de contar con las oportunidades que, por elemental justicia y aritmética, nos corresponderían para crecer nosotras y para contribuir al desarrollo de México.
Coincido con Sheryl Sandberg, Directora de operaciones de Facebook y autora del libro Vayamos adelante, quien, junto con muchas otras, sostiene que para que las mujeres accedan a mejores oportunidades hacen falta muchas más mujeres en posiciones de liderazgo. Básicamente, puesto que las mujeres requerimos para florecer cosas que la mayor parte de los hombres no ven y la única manera de generar condiciones que las atiendan es que haya mujeres con poder para hacerlas posibles. Me refiero a cosas como condiciones laborales dignas para las trabajadoras domésticas, así como para el ejército de mujeres que sostienen familias y empresas sin salarios y prestaciones adecuadas. Cosas como no tener horarios rígidos y juntas infinitas en las noches. Cosas como saber que nuestros hijos están cuidados y seguros, mientras nosotras trabajamos. Cosas como sistemas de protección social que limiten el empobrecimiento de las mujeres cuando enfrentan problemas de salud y como un sistema de justicia que, en efecto, proteja sus derechos.
En la última edición del Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial, México ocupó con 0.6917 puntos el lugar 80 en el ranking global de los 142 países incluidos en ese ejercicio. Ese puntaje fue ligeramente inferior al obtenido en la edición 2013 y nos ubicó por debajo de países como: Senegal, República Dominicana, Kenia y Honduras. En el caso de América Latina, los únicos países por debajo de México en el ranking global de 2014 fueron: Paraguay, Uruguay, El Salvador, Venezuela, Guatemala y Belice.
Las cuatro categorías incluidas en el Índice de Brecha de Género son: Participación y Oportunidad Económica; Educación; Salud y Supervivencia; y Empoderamiento Político. En el área de Salud en el 2014, México se situó en la primera posición empatado con varios países, entre ellos: Jamaica, Francia y Panamá. En lo que hace a Educación, nuestro país se ubicó en la posición 75, al lado de Kuwait, Bélgica y Jordania, y en Empoderamiento Político, obtuvimos el lugar 39, muy cerca de Angola y Bolivia.
El rubro de Participación y Oportunidad Económica incluye aspectos tales como la participación femenina en el mercado laboral, el diferencial salarial entre hombres y mujeres, la presencia de mujeres en puestos directivos en el sector privado, consejos de administración, así como en el Congreso. En esta categoría es en la que México se ha venido ubicando en una posición más desfavorable.
En la edición 2013 del subíndice para Participación y Oportunidad Económica, México se situó en la posición 111, por arriba de Chile, Guatemala, El Salvador y Surinam. En el 2014, obtuvo el lugar 120, ubicándose, con ello, en la posición más baja de todos los países de América Latina y el Caribe. O sea: el último lugar de todo el subcontinente.
Entre las causas de este lamentable estado de cosas, destaca la existencia de una estructura de poder económico y político que excluye y discrimina a las mujeres de una mil y maneras. ¿Hasta cuándo seguiremos conviviendo con estas realidades sin sonrojarnos? ¿No sería tiempo de que cambie todo esto y de empezar por exigir una mayor presencia de mujeres en el mundo del poder?
Twitter: @BlancaHerediaR