Miembro fundador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Carlos Montemayor, además de haber sido un notable escritor, cantante de ópera y promotor cultural de las tradiciones indígenas en México, fue uno de los intelectuales más comprometidos con la sociedad y sus mejores causas dentro y fuera de la universidad, destacó Romualdo López Zárate, rector de la Unidad Azcapotzalco.
En el marco de la ceremonia inaugural de este homenaje organizado por dicha Unidad a cinco años de su muerte, el doctor López Zárate presentó un programa dedicado a rememorar la vida y obra del autor, acompañado de Víctor Sosa Godínez, coordinador General de Vinculación y Desarrollo Institucional, así como de Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua; evento que contó también con la presencia de la familia Montemayor.
“Fue uno de nuestros profesores más distinguidos, nos asombró su capacidad para entender los idiomas, en la UAM encontró el amor de su vida; creo que el legado que nos dejó como Coordinador de Extensión Universitaria es memorable. Fue el primero que puso a la poesía al servicio de los estudiantes a través de carteles diseñados para ser leídos en diversos espacios”, señaló López Zárate.
Reunidos en el Auditorio Incalli Ixcahuicopa, se recordó la labor formativa que emprendió en esta casa de estudios. Montemayor ingresó a la Unidad Azcapotzalco al Área de Humanidades y llegó a ser el primer Director de Difusión Cultural de la UAM en un momento durante el cual las actividades culturales eran de muy bajo perfil. Incluso, renovó el órgano informativo de la universidad (hoy conocido como Semanario de la UAM creado en 1976).
En su participación, Sosa Godínez expresó: “en 2014 la UAM conmemoró sus 40 años de vida institucional, oportunidad que nos permitió realizar un proceso de reflexión en este sentido, debemos recordar su fundación desde una concepción multidisciplinaria de actores, entre los que se encontraban Carlos Montemayor. De él debemos recordar que, gracias a su visión humanista a ultranza, contribuyó a convertirla innegablemente en una de las instituciones más importantes”.
Iniciadas las labores en las tres primeras unidades académicas, dijo, es la Unidad Azcapotzalco la primera en establecer su área cultural, fue el responsable en su vocación de otorgar el impulso inicial a un polo cultural y centro de libre expresión en el norte de la Ciudad de México.
Explicó que su legado se materializó en muchos rubros, por ejemplo, en la creación de jóvenes dramaturgos de principios de la década de los ochenta a través del proyecto Nueva Dramaturgia Mexicana que incluía puestas de muy bajo presupuesto, por otro lado, el Premio Nacional de Danza, hoy llamado Guillermo Arriaga auspiciado por el Conaculta, referente actual en la disciplina; asimismo, dio impulso a la labor editorial universitaria por medio de la revista Casa del Tiempo creada en septiembre de 1980.
Montemayor, digno miembro de la Academia: Labastida
Para Jaime Labastida, Montemayor fue por 15 años el digno ocupante de una silla que, anteriormente le perteneció a Antonio Castro Leal, donde cumplió la función especial de rescate de las lenguas vivas de los pueblos amerindios al grado de elaborar un breve diccionario de náhuatl al español. Lo describió, en sus primeros pasos como escritor, como “dueño de una escritura serena dominada por el gusto de los sonidos y por la sensualidad de las palabras, más que por su sentido, prosa musical, oscura silenciosa”.
“En el extremo tenemos al Montemayor que se deleitaba de las palabras y, en el otro, el autor que escribió la Guerra en el Paraíso, un libro que es un examen de los pueblos originarios de México afectados por la impronta occidental, quienes no obstante su condición lograron construir una visión del mundo particular” agregó.
“Por ejemplo, poseen un alto grado de conciencia en razón de reparar el daño más que castigar, una forma humana alimentada por su sentido de colectividad, en ellos vive un lazo comunitario imposible de romper. Podemos aprender de ellos, en vez de ocultarlos y desdeñarlos; una de las grandes enseñanzas de Montemayor consiste en ese reclamo que debemos atender sin duda alguna”, concluyó.
Tras guardar un minuto de silencio, los asistentes disfrutaron de una charla que giró en torno a las coincidencias y enseñanzas que resuenan en la ausencia de uno de los pensadores mexicanos evocadas a partir de la experiencia personal que los maestros Bernardo Ruiz, Carlos Pallán, Héctor Anaya y Miguel Ángel Flores obtuvieron de su amistad con Carlos Montemayor en un Homenaje de sus Amigos.
Previo a la reunión de apertura, se mostró una exposición de carteles de poesía elaborados por alumnos de la División de Ciencias y Artes para el Diseño (CyAD) y un performance ejecutado por alumnos de la Especialización de Literatura Mexicana de la Unidad Azcapotzalco de la UAM, quienes leyeron parte de su prosa y hablaron de la importancia del cuidado del agua.