Aunque el acoso escolar es un problema social, no puede, ni debe, tratarse, únicamente, desde esa perspectiva, ni a partir de acciones y estrategias de control de daños; es necesario un esfuerzo por comprender las causas estructurales de la mentalidad individual y sus manifestaciones. El acoso es un signo de descomposición social, pero también individual.
Señalaron expertos en la materia durante la mesa de análisis: “Los retos sociales, psicológicos y educativos frente a la violencia escolar” realizada en el marco del Seminario Internacional: La producción y re-producción de la violencia en las escuelas, quienes agregaron que, desafortunadamente, las necesidades, exigencias y derechos de los jóvenes y niños, no están instalados en la agenda de debate nacional.
Al respecto, Guillermo Levine, académico de la Universidad de Guadalajara, señaló que para lograr tener una correcta convivencia en las escuelas, es necesario tener en cuenta cuatro premisas en cada estudiante: contacto consigo mismo, respeto por los demás, cuidado por el ambiente y preocupación e interés por las normas, la autoridad y las convenciones sociales.
Sin estos elementos, señaló, el camino hacia el futuro está minado, pues la desconfianza y la impunidad neutralizan los incentivos para cooperar, propician la corrupción, estimulan la ilegalidad y prácticamente garantizan la continuación del círculo perverso de desprecio hacia la convivencia social regulada que forma la base de la vida civilizada.
Por su parte, Inés Dussel, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, explicó que la escuela no es, precisamente, un reflejo lineal de la sociedad, sino un prisma de refracción; por lo que el tema de la violencia en las aulas, debe analizarse bajo sus propias circunstancias.
Agregó que para combatir este fenómeno se requiere de responsabilidad ética, política y pedagógica, involucrando a todos los actores sociales para encontrar las mejores soluciones al respecto.
Finalmente, Salvador Alvarado, académico de la UNAM, sostuvo que el comportamiento violento que estamos observando en las escuelas tiene que ver, definitivamente, con lo que está sucediendo en la sociedad a nivel general.
“Estamos frente a una situación donde es urgente replantear todo el pacto social, generar opciones para que los jóvenes puedan ingresar a empleos dignos que les permita tener autonomía, como resultado de espacios educativos que les den la oportunidad de alcanzar esos objetivos”, externó.
Tenemos que encontrar formas de comunicación mucho más horizontales que permitan la forma de expresión de todos los involucrados en los procesos educativos, concluyó.