[Por un error atribuible a los editores, este artículo de Eduardo Andere fue publicado bajo una firma de autor incorrecta. Ofrecemos una disculpa a los lectores y al autor]
Seúl, República de Corea. Diez años después de mi primer visita a Corea del Sur en 2004, llegué a Seúl en el vuelo 706 de Korean Airlines procedente de Narita el jueves 13 de Noviembre de 2014.
“Es un día muy especial en Corea” me dijo el taxista que me llevó del metro al hotel. ¿Por qué?–pregunté. “Porque hoy presentan el examen de admisión a la universidad todos los estudiantes de preparatoria.” “Es muy importante”—recalcó. “Toda Corea está atenta”.
Yo sabía que dicho examen era muy importante; pero que el taxista lo resaltara con tanta vehemencia era algo sorpresivo para mi.
Fue afortunado que mi vuelo llegara a las 12 horas, porque si se hubiera programado para una hora después el avión habría tenido que retrasar su llegada. Este año, de las 13.10 horas a las 13.45 horas todo el espacio aéreo de Corea del Sur estuvo cerrado a la navegación. ¿Por qué? Porque en esos 35 minutos los estudiantes preparatorianos respondían la sección oral del CSAT (College Scholastica Ability Test). Este examen es tan importante que todo el país, todo el sistema, se detiene en el tiempo para facilitar la concentración de los estudiantes; y como el ruido de los aviones puede ser un distractor, los vuelos se suspenden.
A ojo de buen cubero, la Corea de hoy me parece más desarrollada que la del 2004.
Corea no es un país en vías de desarrollo, Corea es un país desarrollado, educado y equitativo, con una impresionante, quizá excesiva, cultura del triunfo, la competencia y el esfuerzo.
Tan acendrada está esa cultura que la actual administración busca fórmulas para reducir el nivel de presión sobre los niños y jóvenes en la gran competencia por la vida que comienza en la primaria. Hoy, en la política educativa, no se habla de logro sino de felicidad.
Pero la política educativa antes de ser efectiva tiene que luchar contra un inmenso y milenario caudal de cultura del esfuerzo y del triunfo. Esfuerzo, trabajo, competencia y logro es el meme de los coreanos.
Por ello, tardará muchos años antes de que la política de la felicidad se imponga sobre la cultura de la competencia.
Para procurar que los niños vayan a la escuela con más ganas, el currículo busca desarrollar una cultura de la diversión y el gobierno trata de reducir la presión con la reducción del número de pruebas.
Hasta el año pasado, todos los niños de sexto de primaria, de tercero de secundaria y de segundo de preparatoria debían presentar una prueba diagnóstica nacional con fines formativos no punitivos. Aún así, las pruebas eran parte de una cultura del esfuerzo y triunfo. A partir de este año el gobierno eliminó la prueba nacional de sexto de primaria.
El gobierno se empecina en que los niños se diviertan en las escuelas y tiene razón. Pero ni el gobierno puede contra la cultura. Las familias y los niños y jóvenes quieren asistir a las mejores universidades y eso se logra con una buena calificación en el CSAT. Pero lograr una buena calificación en el CSAT cuando casi todos los jóvenes del nivel medio superior continúan a la universidad puede ser angustiosamente agobiante Todos asisten pero no todos logran espacios en las mejores universidades. Para ello hay que luchar con horas interminables de estudio.
La eliminación de la prueba diagnóstica de primaria no puede contra la cultura del esfuerzo, porque para lograr un buen resultado en el CSAT o una admisión a una buena universidad el camino es por todos conocido: el objeto de la primaria es lograr la admisión a una buena secundaria; el de la secundaria a una buena preparatoria; el de la preparatoria es preparar a los alumnos para entrar a la mejor universidad. Y eso se logra con calificaciones altas y recomendaciones de los directores de cada plantel. Por eso, es tradición en toda Corea que una vez que los niños terminan sus horas de clase por la mañana, tanto en primaria, como secundaria y media superior, se inscriban a institutos privados donde los preparan para todo tipo de pruebas. Estos institutos se conocen como “cramming schools” algo así como escuelas machaca, donde se repite o taladra el conocimiento hasta el cansancio para aprobar los exámenes en ciernes.
¿Cómo se compara México con Corea? En 1970 el ingreso nacional per cápita de México era 2.35 veces mayor que el de Corea del Sur. En 2013 el ingreso nacional per cápita de Corea en términos reales fue 2.89 veces superior al mexicano.
México se quedó atorado en el tiempo; llegamos tarde y el tren del desarrollo se nos fue. Ni hablar. A empezar de nuevo. Necesitamos cambiar de sistema, no reformar el sistema. Si seguimos esperando nos convertiremos en una nación de ignorantes. Momento: ¡somos ignorantes!