A 25 años de la adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño, en México persisten muchas brechas, no se ha logrado atender al total de la población infantil, en especial a los que habitan en zonas rurales. Además, existen nuevas problemáticas: aumento de muertes de menores entre 10 y 17 años a causa de la violencia, la cooptación de jóvenes a las filas del crimen organizado y la falta de un registro de víctimas de explotación sexual.
Ha bajado la mortalidad infantil, hay avances en la situación nutricional y se ha cubierto la universalidad en la educación básica, por lo que “México es un muy buen modelo en estos temas para otros países de América Latina, pero persisten problemas. Falta focalizar esfuerzos y atacar las brechas”, advierte Erika Strand, jefa de Políticas Sociales del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef) en el país; según publicó el diario El Universal.
A nivel regional, 40.5 por ciento de niños, niñas y adolescentes son pobres según las encuestas de hogares realizadas por cada país y procesadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Esto se traduce en que 70.5 millones de menores de 18 años tienen acceso limitado o nulo a educación, nutrición, saneamiento, vivienda, agua o información; 28.3 millones sufren de estas privaciones de forma severa y se les considera en pobreza extrema.
A eso hay que sumar otro factor invisible para las estadísticas tradicionales y los programas de inversión social: la inequidad en las condiciones de vida que afronta la niñez. La riqueza del hogar, su ubicación en el área rural o urbana, el género o el origen étnico de los niños acentúa sus privaciones, no es casualidad que la pobreza multidimensional afecte a 63.3% de la población infantil indígena frente a 43.3% de los menores no indígenas.
En el contexto de violencia que ha vivido México en los últimos años aumentaron las muertes de menores de edad entre 2000 y 2011, pasaron de 10 mil 788 a 27 mil 213, que equivale a 4.6% del total de defunciones en ese rango de edad.
La tasa de mortalidad en infantes a partir de 2008 tuvo un repunte. Información de Naciones Unidas (ONU) indica que México se ubica en el sexto lugar en América Latina en el número de homicidios de menores; en los últimos 25 años fueron asesinados diariamente dos niños o adolescentes con menos de 14 años.
En su último informe de 2013 sobre el estado de la niñez en México, Unicef señaló que entre 2006 y 2010 fallecieron a causa del crimen organizado 913 menores de 18 años.
Además hizo un registro hemerográfico de las muertes en niñas y niños de 0 a 17 años causadas por hechos violentos relacionados con la lucha contra el crimen organizado. El conteo arrojó que de 2010 y hasta el 30 de abril de 2014 se registraron 909 muertes.
La organización civil Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) elaboró el estudio Contando la Violencia, que reveló que entre los menores los efectos de la lucha contra el crimen organizado derivaron en 2012 en cuatro muertes por cada cien mil habitantes. Casi se triplicó la tasa de mortalidad por homicidio en los jóvenes entre 15 y 17 años, al pasar de 5.3 en 2007 a 16.3 en 2012; el mismo estudio muestra que las entidades que concentraron los crímenes contra menores fueron: Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Sinaloa.
Otro de los efectos del contexto de violencia es la filiación de menores con el crimen organizado; casos como el del Ponchis, un adolescente sicario, resonaron en los medios y la sociedad.
No existe registro oficial sobre cuántos menores participan en este tipo de actividades, “se podría calcular con un cruce de adolescentes en conflicto con la ley y detenciones por delitos federales, y los que están en pandillas, pero son grupos dinámicos, lo que dificulta su conteo”, señala Juan Martín, presidente de Redim.