“Primero es lo primero”, para vislumbrar el futuro de las escuelas normales rurales como el de la Educación Básica en el país, “primero hay que encontrar a los estudiantes y seguir peleando por la justicia que eso (la desaparición de los 43 normalistas) amerita, después el futuro tiene que ser con un apoyo efectivo”, señaló la investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Rosa María Torres.
Este apoyo se debe enfocar no sólo en los recursos financieros, también en el mejoramiento a las instalaciones, materiales didácticos pertinentes, y la planta docente completa, situaciones que no se dan en las escuelas Normales Rurales, señaló la académica de la UPN, entrevistada después de la mesa de análisis “Escuelas Normales Rurales, presente y futuro”, realizado en el INIDE de la UIA.
Por ejemplo, en la Normal Rural de San Marcos, en Zacatecas, desde el inicio del presente ciclo escolar, “nos hacen falta ocho docentes”, lamentó Jesús Manuel Mendoza, académico de esta Escuela Normal, invitado a la mesa de análisis.
Más lamentable aún es que haya tenido que pasar el asesinato de los estudiantes de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos, para hacer evidente la complicidad entre autoridades gubernamentales con los criminales, así como para escuchar las demandas históricas que los normalistas han reclamado, señaló la académica del Departamento de Investigaciones Educativas (DIE), del Cinvestav, Alicia Civera.
Los especialistas participantes en la mesa, coincidieron que el lamentable caso de la Normal Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, ha dejado una marca histórica en el devenir del normalismo nacional; por lo que la actual coyuntura se debe ocupar para mejorar las carencias de estas casas de estudio.
Para la investigadora Rosa María Torres, las Normales Rurales, siempre han sido incomodas para la autoridad gubernamental; y desde hace años -principalmente con los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Carlos Salinas de Gortari-, a estas casas de estudio se les considera como “desechables” porque se les puede “desaparecer” en cualquier momento.
El prejuicio hacia estas escuelas, abundó la académica de la UPN, es un “prejuicio de clase”, hacia los sectores más pobres del país, este sector social, al cual, “se prefiere no ver”, señaló la investigadora, quien señaló que actualmente hay una campaña de desprestigio a través de diversos medios de comunicación electrónicos hacia el “pensamiento autónomo” de los normalistas rurales.
Una de las fortalezas de las actuales escuelas normales rurales, es que son internados, no obstante sobreviven en condiciones deplorables; y la mayor parte del presupuesto se gasta en la alimentación de los normalistas, según expresó en el encuentro la académica de la Normal de Tamazulpan, en Oaxaca, Dalia Guzmán Vásquez.
Las escuelas normales rurales, coincidieron los académicos de la mesa, son instituciones “huérfanas”, abandonadas por el Estado, y esa orfandad siempre se observa en el presupuesto designado.
Una de las grandes carencias en las normales es que no atienden a la realidad educativa del país, ya que el 46 por ciento de las escuelas primarias, son multi-grado pero no hay una formación en las normales para atender esta modalidad educativa, lamentó Jesús Manuel; quien señaló que, también se tienen que deslindar responsabilidades a las autoridades educativas por esta omisión, como se tienen que deslindar responsabilidades por el caso de los normalistas de Ayotzinapa, dijo.