Por Liliana Alcántara. El Universal
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) advirtieron sobre las diversas formas de violencia que también están sufriendo los maestros por parte de los alumnos en los centros educativos, y alertaron que esta situación ocasiona que los mentores estén más preocupados por su seguridad, en lugar de enfocarse en la educación de los estudiantes.
En un documento de trabajo que elaboraron ambas dependencias para hacer frente al acoso escolar, señalaron que los maestros son víctimas de amenazas, contestaciones irrespetuosas, insultos, actitudes de desafío, negativa a obedecer indicaciones, así como robos y daños de bienes —autos, prendas de vestir y pertenencias—, golpes y empujones, por parte de los alumnos.
Esto “a pesar de que deberían ser considerados como una figura de autoridad y protección a la que se debe respeto”, establece.
El documento aclara que los casos de bullying se registran en mayor medida entre alumnos, pero que los maestros no escapan de las agresiones.
Las formas de violencia que presentan en contra de profesores son diversas: la imposición de apodos —la más común—, las extorsiones para que los aprueben en su asignatura, insultos y amenazas de que sus padres o “su banda” actuarán en su contra si los llegan a regañar, castigar o reprobar, detalla.
Los hechos más violentos que han sido denunciados por los maestros ante las autoridades educativas, son el impedimento para que entren al salón de clases, golpes, empujones, robo de sus pertenencias —computadoras, calculadoras y dinero en efectivo, principalmente—, así como daños en vehículos, tales como ponchaduras de llantas, rayones, quiebre de vidrios y en casos extremos, haste el corte de cables de los frenos.
El acoso también sucede en las redes sociales, donde los mentores, según lo manifestaron a sus superiores, son ridiculizados, catalogados y discriminados por alumnos. Incluso, los profesores han detectado conversaciones abiertas en internet donde entre alumnos se aconsejan y se coordinan para hacer daño al maestro y “vengarse”.
Aunque en menor medida, los educadores también han manifestado que sufren violencia, sobre todo de manera verbal, por parte de los padres de familia.
Escolares que intimidan
En el documento de trabajo elaborado para el Programa de Escuelas Libres de Violencia, la CNDH y el SNTE explican que la violencia en el entorno escolar se torna en acoso cuando involucra un desequilibrio de poder.
Detalla que se realiza de manera repetida y constante entre la persona generadora de violencia y el receptor de la misma, e incluye acciones realizadas con la intención de humillar y someter abusivamente a una víctima a través de agresiones físicas, verbales, sicológicas, emocionales y sociales.
Agrega que la violencia en la comunidad educativa puede manifestarse: entre alumnos; entre maestros y alumnos; entre padres de familia y maestros contra autoridades escolares, y entre padres de familia y los alumnos (cuando se trata de la hija e hijo de otro padre o cualquier otro alumno).
Indica que en el caso de la violencia ejercida por alumnos contra sus profesores, estos tienen la principal finalidad de intimidarlos y poder establecer sus propias reglas.
Especifica que los distintos tipos de agresión en un plantel educativo se manifiestan cuando hay problemas de disciplina con autoridades educativas; bajo rendimiento académico por parte de los estudiantes; deserción; conductas de intimidación, persecución física y sicológica contra otra persona a la que se elige como víctima; prejuicios y estereotipos, chistes, apodos e insultos hirientes que generan discriminación y exclusión; así como daños materiales en propiedad privada o comunal y violencia física que puede implicar abuso sexual.
En cuanto al perfil del alumno agresor, el documento señala que éste es impulsivo y dominante; persuasivo, mentiroso, tiende a caer muy bien y sabe manipular a los demás; es envidioso, superficial y arrogante, le gusta criticar y humillar a las demás personas, no confía en nadie y tiene dificultades para seguir las reglas, le gusta tener el control de todo y demuestra poca tolerancia a la frustración.
Asimismo, este acosador por lo general se rodea de otros alumnos que lo apoyan en sus acciones agresivas “y festeja toda agresión que resulte como reafirmación de su propia superioridad”.
Para solucionar esta problemática, ambas instituciones indicaron que las relaciones entre padres, madres y docentes debe ser armónica y asertiva, basada en la comunicación permanente y encaminada al aprendizaje de los alumnos.
Consideraron que los padres de familia deben involucrarse de manera positiva en las actividades de la escuela y sensibilizar a sus hijos acerca de la violencia, así como el fortalecimiento de prácticas de solución pacífica de los conflictos.
“Si los padres no respetan a los maestros y autoridades escolares, es muy poco probable que los estudiantes lo hagan”, advirtieron.
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