Juan E. Pardinas
“No encuentro esta escuela, ayúdenme”. La petición de ayuda llegó al buzón electrónico de Mejora tu escuela (MTE), el proyecto del IMCO que busca aumentar la participación de papás, mamás y ciudadanos en la vida de los centros escolares. El correo del padre de familia continuaba así: “Buenas tardes, conozco Chalco pero la verdad esta escuela Secundaria Ernesto Guevara no la he visto por donde se señala en el mapa, por más que la busco no doy con ella, podrían darme una ubicación más exacta o algún número telefónico que me proporcionaran? les agradecería mucho y es que la verdad tengo una hija que en… primer grado de secundaria, fue ubicada en esta escuela, pero por más que la buscamos no damos con ella”.
Al encontrar los pocos datos disponibles que ofrece el Censo Educativo sobre este colegio, nos llevamos una desafortunada sorpresa. La escuela sí existe y tiene tres aulas, pero sólo una tiene techo por lo que los 56 alumnos de los tres grados de secundaria toman clases en el mismo salón. El plantel dice tener dos cuartos de baño, pero sólo una taza sanitaria, cero mingitorios y cero lavamanos. Las fotos que tomó el INEGI para el censo muestran una estructura con suelo de cemento, paredes de ladrillo y el cielo raso haciendo las veces de tejado. La escuela secundaria Ernesto Guevara, en Chalco, Estado de México, parece una construcción abandonada a la mitad. Tal vez por eso, el padre de familia que escribió al IMCO no podía encontrar el sitio donde su hija estaba destinada a cursar la secundaria.
Esta semana el gobierno federal anunció un programa de inversión de 7,500 millones de pesos para mejorar las condiciones de 20 mil escuelas. El proyecto tiene avances importantes en transparencia de datos, pero adolece de un diseño confuso y metas desenfocadas. Los ejes de la iniciativa mezclan las necesidades de infraestructura y materiales para las escuelas con apoyos para los supervisores o inspectores escolares. La presentación del programa ocurre 140 días después de que el INEGI le entregó a la SEP las bases de datos completas del censo educativo. Hasta el día de hoy, a nivel de centro escolar, sólo está disponible el 16% de la información recabada por el Censo. La escuela Ernesto Guevara de Chalco, con aulas sin techo y baños sin lavabo, no está incluida en el programa de gasto anunciado en días pasados. Si la SEP hubiera hecho públicos los datos completos del Censo, sería más sencillo y transparente determinar cuáles son las escuelas que más necesitan recursos. El proceso de toma de decisiones estaría basado en evidencia y ocurriría de cara a la sociedad.
Las 346 respuestas del Censo Educativo que permanecen ocultas difícilmente representan una amenaza para la seguridad nacional: ¿el inmueble cuenta con arenero? ¿Con extintor? ¿Con alarma sísmica? ¿Todas las aulas cuentan con pizarrón? Otros reactivos censurados nos llevan directo a los desafíos más complejos de la educación pública: ¿los recursos para el pago de los maestros provienen de la asociación de padres de familia? ¿Último año o grado que (el o la maestr@) aprobó en la escuela?
Más que un censo, el trabajo del INEGI fue una auditoría monumental sobre el sistema educativo nacional. Diez y siete mil personas trabajaron por seis meses para mapear, a nivel de cada escuela, los desafíos que tiene México en la formación de capital humano. El Censo Educativo tuvo un costo superior a los 700 millones de pesos. Su ejecución es un mandato del Presidente y de la Constitución, a través de la reforma educativa. Hoy sus resultados completos son inaccesibles para maestros, padres de familia, ciudadanos e integrantes del Congreso. Esa mina de datos e información debe ser patrimonio de la sociedad mexicana y no un archivo muerto bajo la potestad de la burocracia educativa.
@jepardinas
Publicado en Reforma