Hay eventos, personas, lecturas que son como una Y griega en el camino. Impactos que mueven tu trayectoria y que te llevan a un lugar distinto al que estaba inscrito y determinado en el itinerario ya conocido y previsto. No todas las personas, eventos o lecturas te mueven de lugar. La mayoría, de hecho, suelen dejarnos en el mismo sitio y en la misma ruta inercial.
How Children Succeed de Peter Tough es uno de esos libros-evento que, para mí, ha significado un antes y un después. Un libro que no pude soltar hasta comérmelo entero y que, incluso una vez terminado, me dejó la sensación de no haberlo terminado de leer. Un pequeño terremoto, un jalón que te obliga a volver a mirar afuera y adentro; un calambre delicioso que te incita a volver a preguntar.
El libro es entendidísimo y está extraordinariamente bien escrito. Eso ayuda mucho, sin duda, pues, como en todo, la forma es fundamental. Pero en este caso, la forma si bien central, es, ante todo, un vehículo para llegar a uno de esos lugares desde el que uno ve cosas de esas que son impactantes porque, en algún sentido, le ponen nombre y orden a cosas que uno siente que “ya sabía”.
La tesis central del libro de Peter Tough es clara y fuerte: el éxito en la vida depende del carácter, esto es, de ciertas características de personalidad que, si bien asociadas a la química del cerebro, son maleables hasta la adolescencia y temprana adultez. Carácter, conviene subrayar, entendido no como encarnación y despliegue del conjunto de valores en los que creo yo —o tú— y que me acomodan a mí —o a ti—, sino como aquellos que, en general y para todos, resultan centrales para lograr tener una vida exitosa, que el autor define como aquella que es productiva, feliz y significativa.
El tema más inmediato sobre el que se concentra el texto es la educación y su relación con la pobreza en particular y la situación social de los individuos en general. Al respecto, Tough nos dice que ya va siendo hora de dejar atrás la hipótesis cognitivista que ha articulado el discurso sobre el tema durante los últimos 30 años, según la cual lo que determina el éxito escolar y el éxito en la vida es, fundamentalmente, nuestra capacidad intelectual.
Ser listo y saber escribir y razonar matemáticamente es, sin duda, muy importante para “hacerla” en la vida. Lo que Tough nos muestra a través de su espléndida síntesis de la investigación científica más reciente e innovadora sobre la materia, sin embargo, es que el carácter importa tanto o más que el IQ y el logro académico como tal. El “carácter” al que se refiere, por otra parte, no tiene nada que ver con la moral. Tiene que ver con aquellos rasgos de personalidad que resultan efectivos para que cualquier individuo logre tener una vida significativa y plena, tales como: determinación, curiosidad, inteligencia emocional, más allá de cualquier conjunto particular de valores morales. Estos rasgos —y esta es la buenísima noticia—, si bien asociadas a la química del cerebro, son maleables, esto es: modificables, hasta la adolescencia y temprana adultez.