35 por ciento de la población en México es joven; siete millones de ellos no estudian ni trabajan; 10 millones están en edad de asistir al bachillerato y a la universidad y no lo hacen; 65 por ciento de los desempleados es joven; uno de cada tres vive en situación de pobreza; más de seis millones participan en el narcotráfico; 60 por ciento de las personas encarceladas es menor de 30 años, y 220 mil jóvenes emigra cada año.
22.3 por ciento de los jóvenes muestra un nulo interés por la política y las elecciones; las víctimas de la guerra contra el narcotráfico son en su mayoría jóvenes; y uno de cada cuatro jóvenes es víctima de violencia en diferentes ámbitos.
Con estas cifras y datos, el doctor Alfredo Nateras Domínguez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), retrató la situación contemporánea de la juventud mexicana.
El psicólogo y antropólogo social externó su preocupación por la situación “de exclusión, marginación y desventaja” que padecen los jóvenes, y lamentó que la incertidumbre respecto de su futuro les provoque desesperanza, frustración, malestar social y un rechazo al estudio y al trabajo.
“Lo que le pasa a los jóvenes en términos generales es un reflejo de lo que pasa en el país, por ello no se puede hacer una reflexión de México sin sus jóvenes”, señaló el académico.
Es necesario invertir en las problemáticas que más se están expresando en la juventud, como la violencia en los diferentes ámbitos; en este aspecto hay que invertir en el espacio público para recuperar el tejido social con programas culturales, deportivos y sociales.
Destinar recursos también a la difusión de los derechos de los jóvenes para lograr que a partir de su conocimiento puedan demandarlos y ejercerlos; así como a la profesionalización de los cuerpos de seguridad del Estado –en términos de protocolos de atención– para evitar la violencia que estos grupos policiacos ejercen por una visión de criminalización hacia los jóvenes por su forma de vestir, su cultura o su aspecto.
Financiar programas efectivos de prevención y de reducción de riesgos y daños por el consumo de drogas y también nuevas formas de educación, no necesariamente de educación formal, como por ejemplo, las que se desarrollan en el Faro de Oriente, una experiencia emblemática que debe ser fortalecida y replicada, consideró el coordinador general del Diplomado Culturas Juveniles. Teoría e Investigación, de la Unidad Iztapalapa de la UAM. “Cuando se invierte en los jóvenes se invierte en el país”, concluyó el experto.