La inclusión del tema de “la desigualdad manifiesta en todos los momentos del proceso de escolarización y la exclusión temprana de los grupos sociales más vulnerables de la población”, expresa la preocupación de la Secretaría de Educación Pública por analizar y afrontar uno de los problemas más severos de la educación básica, afirmó el académico Ciro Murayama en su participación como miembro del Comité Técnico Asesor de la SEP para la Educación Básica, que presentó su informe final el 12 de junio pasado, en el Foro Nacional para la Consulta del Modelo Educativo, para este nivel educativo, en la conclusión de esta revisión en el ámbito nacional.
En efecto, señaló Murayama, en el sistema educativo prácticamente se reproduce la aguda desigualdad social que caracteriza a nuestro país en el acceso, en las condiciones de escolarización o calidad de la escuela y, finalmente, en los logros de aprendizaje. Veamos, una gran proporción de la infancia mexicana sigue sin tener posibilidad efectiva de ingresar a la educación básica obligatoria. Este déficit se concentra en la educación preescolar (obligatoria desde 2002) y en la educación media (obligatoria desde 2011).
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), continuó Ciro Murayama, en su informe 2014, identifica las variaciones en el acceso a la escuela en función de los ingresos familiares, la pertenencia étnica o el tiempo dedicado al trabajo (niños trabajadores) la condición laboral de los niños.
Las condiciones en las que estudian las niñas y los niños de nuestro país –y en las que trabajan las maestras y los maestros- abundó Murayama, “pueden ser radicalmente distintas en recursos humanos, carga docente y en infraestructura: recordemos las escuelas multigrado, los cursos comunitarios del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), las telesecundarias o los telebachilleratos o “videobachilleratos”.
Las escuelas que atienden a los sectores más pobres de la población son también las que mayores carencias tienen. El Censo de Escuelas y Maestros de Educación Básica y Especial (CEMABE) realizado por el INEGI aporta información contundente al respecto, apuntó.
Ciro Murayama concluyó enfático afirmando que “un nuevo ‘modelo’ educativo –o una nueva política educativa- debe poner en el centro dos propósitos: el mejoramiento de la calidad para todos y el combate de la desigualdad con políticas basadas en el principio de equidad –más y mejor a quienes menos tienen- para superar las desigualdades o asimetrías históricas y avanzar hacia la igualdad en el ejercicio del derecho a la educación y, por consecuencia, a la igualdad de oportunidades”.
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