Juan E. Pardinas /
Durante más de 80 años las nóminas educativas fueron secreto de Estado. Nadie espera que las cosas salgan bien a la primera, en un esfuerzo que involucra los sistemas de contabilidad de 32 gobiernos estatales y cientos de escalafones diferenciados en la carrera magisterial.
Esta semana el IMCO presentó un estudio donde se sistematiza y se cruza la información contenida en el censo educativo del INEGI y las bases de datos de la nómina magisterial que aparecen en el portal de internet de la SEP. Los resultados del estudio demuestran los enormes rezagos que tenemos en transparencia presupuestal y la desorganización contable en varias entidades del país. Esta opacidad ha perjudicado a ciudadanos y contribuyentes, pero sobre todo a cientos de miles de maestros que no tenían mayor información sobre los dineros administrados por el sindicato y las autoridades estatales. Los buenos maestros y maestras, que forman y transforman la vida de los niños, deben tener mejor información sobre la manera en que se invierten y malgastan los dineros dedicados a la educación.
Para cumplir con una obligación legal, la SEP integró una serie de documentos oficiales, muy abundantes en páginas y tablas de nóminas, para subirlos a internet. El esfuerzo hubiera sido una aportación muy valiosa a la transparencia gubernamental hace unos 15 años. Hoy el esquema de rendición de cuentas de la SEP deja mucho que desear: los datos estaban en un formato propietario de la empresa Adobe llamado PDF. Esta aplicación de software genera documentos para que los lean los seres humanos, pero dificulta que las computadoras puedan hacer un análisis sofisticado de las cifras. Sin embargo, los números estaban ahí en el portal de la SEP, a la espera de que la sociedad los consultara. Eso no ocurría, porque los documentos estaban enterrados a varios clicks de distancia y, una vez que los encontrabas, había que leer cientos de páginas con decenas de miles de registros.
El programa “Mejora tu Escuela” del IMCO busca generar métricas de desempeño de escuelas, maestros y alumnos. Las nóminas del último trimestre de 2013 y los datos del Censo Educativo del INEGI nos daban precisamente esa oportunidad. Dos programadores en IMCO construyeron algoritmos para que el PDF de la SEP se transformara en una base de datos viva y legible. Así nació el “Mapa del magisterio de educación básica en México” que presentamos el miércoles pasado.
La gran ventaja de sistematizar esa información es que se puede saber la nómina por cada centro de trabajo. Por primera vez en la historia, México está cerca de lograr tener presupuestos por escuela para que cada padre de familia pueda conocer los dineros que invierte el gobierno en el centro escolar donde asisten sus hijos.
En una declaración a la prensa de cuatro minutos, sin aceptar preguntas ni ofrecer respuestas, el subsecretario de Educación, Enrique del Val, criticó al IMCO por no haber realizado un estudio más extenso que tuviera un mayor horizonte temporal, con datos adicionales de otras quincenas. En esto, Del Val sí tiene razón. El problema es que con la política de datos cerrados de la SEP ese proceso nos hubiera tomado varios meses. A pocas cuadras de la sede central de la SEP está Palacio Nacional y las oficinas centrales de la Secretaría de Hacienda. Sus colegas hacendarios le pueden enseñar al subsecretario Del Val, el portal www.transparenciapresupuestaria.gob.mx. Aquí hay una rica mina de información sobre las finanzas nacionales y un referente útil para otras oficinas de gobierno. En materia de datos abiertos, la SEP requiere de un enorme apoyo pedagógico. Cuando la SEP tenga un portal de transparencia y datos abiertos de la misma calidad de la que hoy tiene la Secretaría de Hacienda, el IMCO tendría menos motivos para hacer el trabajo de sistematizar y transparentar información que por ley le corresponde difundir a la autoridad educativa.
Publicado en Reforma