Sergio Martínez Dunstan
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) estaba condenado a su extinción. Su actuación institucional, en lo individual y colectivo, reflejada en la inconformidad de los maestros por los malos tratos hacia ellos, estuvo muy alejada de las prioridades presidenciales. Sobre este tema, escribí en Educación Futura el artículo titulado “Que se vayan al diablo con su INEE” el veinticuatro de octubre del dos mil dieciocho (http://bit.ly/2XdlkUf). En dicho texto advertí que: “se está colocando la formación continua en lugar de la evaluación, pero estaríamos hablando de visiones distintas, de proyecciones diferentes, de políticas, sino opuestas, al menos divergentes en sus propósitos”. Supuse al leer el Proyecto de Nación 2018-2024, conocido como Proyecto 18, difundido en una página web ya extinta aunque puede consultarse todavía en las redes sociales: en twitter @proyecto18mx y en facebook (http://bit.ly/2J1tFGI).
Algunos medios dieron cuenta de este plan de gobierno primigenio de AMLO como por ejemplo, (http://bit.ly/2JuHUmL) y (http://bit.ly/2KRBGjT). Retomo un fragmento de lo ahí publicado: “Es indispensable erradicar el sistema de evaluación educativa con fines punitivos y laborales y sustituirlo por formas correctas de evaluación de procesos educativos y pedagógicos, así como de las necesidades y demandas de estudiantes, familiares y docentes, para superar las dificultades que encuentren en su legítima aspiración a la educación; en ese mismo espíritu, debe emprenderse una transformación radical del Instituto Nacional de Evaluación Educativa a fin de convertirlo en herramienta de apoyo a los procesos de aprendizaje y enseñanza”.
En la iniciativa presidencial con proyecto de Decreto para la reforma a los artículos 3, 31 y 73 enviada a la Cámara de Diputados el doce de diciembre del dos mil dieciocho, se planteó la desaparición del INEE. Una de las críticas a este ente gubernamental autónomo expresada por los legisladores, fue la falta de identificación entre los objetivos de la función pública y las necesidades sociales. Y se dispuso el establecimiento de un Centro con autonomía técnica que contribuyera a la mejora continua de la educación. Las discusiones avanzaron hasta llegar a la creación de un Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación. Al respecto, es conveniente aprender de la experiencia y evitar en lo subsecuente pifias como la ocurrida con el INEE. Para prevenirlas, expongo a continuación algunas propuestas.
- Focalizar el objeto de la política pública para el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación. No es el organismo que lo coordinará; tampoco es el Sistema Nacional de Evaluación Educativa; ni será el nuevo INEE. Flaco favor si ahora se desviara la atención hacia otros fines. Está comprobado el fracaso de la política de evaluación. Dejemos de insistir en la repetición de esta fórmula.
- Asegurar la congruencia entre la política del Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación y el diseño de la institución encargada de coordinarla y operarla. La organización y funcionamiento del organismo del Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación deberá articular los esfuerzos institucionales hacia el cumplimiento del propósito fundamental: Contribuir al cumplimiento de los objetivos del artículo tercero constitucional.
- Conformar los órganos de gobierno con especialistas conocedores de la realidad educativa actual y de probada trayectoria en el ámbito pedagógico. El descuidado proceso de selección de candidatos para integrar la Junta Directiva y el Consejo Técnico de Educación, por decir lo menos, pone en riesgo la credibilidad de la política educativa y del organismo en ciernes. Las declaraciones de la Secretaria de la Mesa Directiva del Senado dejan mucho para la reflexión: “Quedan en desventaja excelentes perfiles que llegaron aquí y que hoy están en una bolsa completa con muchos que no cumplen con la especialización”. Entre los candidatos, señaló también, tenemos gente que públicamente dijo: “No sé de pedagogía pero tengo entusiasmo y ganas” (http://bit.ly/2KS4dpy).
- Definir conceptual y operativamente la mejora educativa y sus indicadores de resultados.
- Fundamentar la necesidad de mejora, la propuesta de acción, su implementación y valoración. A qué le llamamos mejorar y cómo se medirá.
- Precisar el Sistema, a sus integrantes y sus atribuciones, con pleno respeto al federalismo.
- Determinar líneas de investigación sobre el Sistema Educativo Nacional en apego a las políticas y prioridades establecidas por los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Me parece destacable ir más allá de la evaluación y encauzar los esfuerzos hacia la mejora continua de la educación. Es una idea inspiradora, con un propósito noble, de gran relevancia para la política educativa, aunque el voluntarismo y los buenos deseos son insuficientes para resolver los grandes problemas que aquejan a la educación de nuestro país. Se trata de diseñar la política y el organismo coordinador de la misma en apego con el derecho humano, fundamental, social y constitucional de nuestras niñas, niños y jóvenes a la educación.
Carpe diem quam minimun credula postero
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