De acuerdo con cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 54 por ciento de la población infantil vive en pobreza, cerca de 22 millones de personas. Ocho de cada diez niños y niñas indígenas son pobres. Cinco millones viven en pobreza extrema.
Ocho de cada diez niños y niñas indígenas son pobres. Cinco millones viven en pobreza extrema. En México también, seis de cada 10 de los 39 millones de menores de edad que viven en el país han padecido violencia en su casa o escuela y más de tres millones trabajan en condiciones de explotación sin oportunidad de estudiar, de acuerdo con cifras del UNICEF.
“La pobreza es más que la escasez o la insuficiencia de ingresos. Entenderla requiere de una visión amplia, que trascienda el enfoque de satisfacción de necesidades y reconozca que, al igual que todas las personas, la población que la padece tiene derechos que derivan en obligaciones legales del Estado. Esto es particularmente relevante cuando se aborda la pobreza infantil, ya que las mediciones basadas únicamente en los ingresos monetarios no reflejan todas las aristas, complejidad y heterogeneidad de este fenómeno. La pobreza en la infancia tiene características específicas que le dan a su atención y reducción un sentido de urgencia: la probabilidad de que se vuelva permanente es más alta que en el caso de los adultos, al igual que la posibilidad de que se reproduzca en la siguiente generación, además de que las consecuencias negativas que ocasiona son irreversibles en la mayoría de los casos, lo que compromete el desarrollo presente y futuro de las niñas, niños y adolescentes que viven en situación de pobreza.”
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