En la educación, todos quieren resultados “¡ya!”, pero los frutos de iniciativas educativas raramente se ven a corto plazo. Una Visión Educativa generalmente abarca un futuro deseado en un periodo de cinco a diez años. Y si mejoras en aprendizaje no materializan no necesariamente es por diseño o estrategias erradas. A menudo se debe a la falta de seguimiento por cambios políticos entre las autoridades en turno.
Se titula “Por una Reforma Educativa Necesaria y Respetuosa del Magisterio” la petición de autoría del Dr. Manuel Gil Antón y “firmado inicialmente por 348 participantes del XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa celebrado en la ciudad de Chihuahua entre el 16 y el 20 de noviembre de 2015.” (Gilly y Odorika, 25-11-2015). Hasta la fecha en línea, la petición ha recopilado más de siete mil firmas adicionales. Declara que “La reforma educativa…carece de un proyecto educativo que la guíe y le dé sustento. Se reduce a un conjunto de modificaciones legales para la administración del sistema escolar. Se limita a regular las condiciones laborales del magisterio, a través de procedimientos de evaluación que, lejos de contribuir a la mejora docente, conforman un aparato abigarrado de control y vigilancia al que son sometidos, de manera vertical y autoritaria, las y los profesores en nuestro país.”
Con el respeto que merece tan augusta reunión de expertos educativos, difiero. Cierto que hasta ahora, lo que se ha visto de la evaluación docente tiende a soportar la conclusión que es un mecanismo de control y dominio del estado sobre las y los profesores. La petición afirma que la evaluación docente ha llevado a las y los docentes “a una situación límite: someterse o perder el empleo”. Bueno, el INEE tiene que operar dentro del marco de la Ley General de Educación, y así son las leyes. Hay que someterse a ellas o a las consecuencias de no hacerlo. No por eso se puede concluir que la evaluación esta siendo concebido como sumativa y terminante.
En la Política Nacional de la Evaluación de la Educación, Documento Rector (2015), el INEE reconoce que “la información producto de las evaluaciones está subutilizada, es decir, hay un evidente desfase entre lo mucho que se produce y el [escaso] impacto que tiene en la mejora educativa.” (p.78). Pero ya para el 2020, apunta a la creación y sustento de una “cultura de evaluación” que incluye “diversas prácticas de uso de resultados de evaluación al crear nuevas condiciones, capacidades y motivaciones para vincularlos con la mejora permanente de la educación.” (p. 82)
Es decir, el INEE quiere que la evaluación sea mayormente formativa: que provea retroalimentación al evaluado para que mejore su desempeño y capacitación para poder lograrlo. La evaluación formativa es el “proyecto educativo que la guie y le de sustento” a la Reforma Educativa. Cuando las y los directores de escuelas y asesores técnicos pedagógicos aprenden a dar retroalimentación precisa y necesaria al mejoramiento de sus estrategias de enseñanza a cada profesor e involucrarlo, junto a sus colegas de escuela, en la práctica educativa reflexiva, seguramente los profesores entenderán mejor cómo hacer lo mismo con sus alumnos.
Cierto es que por siglos la evaluación educativa ha sido utilizada por docentes y autoridades como mecanismo de control y dominio. Los alumnos deben someterse a la autoridad del profesor o los raspa. Hasta ahora la evaluación docente tampoco ha mostrado otra cara. Se ha limitado a calificar a los maestros. Pero se trata de una iniciativa naciente que necesita tiempo para dar frutos. No se va a poder cambiar la evaluación educativa de mayormente sumativa a formativa de la noche a la mañana. INEE quiere “lograr una mayor disposición a conocer los resultados, a debatir sobre ellos y a utilizarlos como referentes de acciones de innovación educativa, rutas de mejora y formulación de políticas en las entidades federativas, las escuelas y las zonas escolares.” Para el propósito, proponen:
- Difundir en formatos asequibles los resultados de las evaluaciones del SPD con orientaciones prácticas que permitan a los actores educativos comprender, analizar, interpretar y hacer un uso apropiado de los mismos.
- Desarrollar modelos de uso de los resultados de las evaluaciones para las escuelas, con la participación de expertos en evaluación, académicos y docentes.
- Aprovechar las buenas prácticas identificadas como insumo para el diseño de cursos de capacitación y de formación en línea. (p. 80)
Tengamos paciencia con el INEE, conscientes de que su visión futura para la evaluación docente es acertada, y que conforme la pueda lograr, proveerá guía y sustento a la Reforma Educativa y un timón para navegar entre vientos políticos cambiantes.
Doctor en Liderazgo Educativo por la Universidad de Alabama. Profesor y Director de distintos colegios en América Latina.
Twitter: @ejspin