Ayotzinapa somos todos, ese es el clamor, Justicia, las fosas que todos pisamos. México como un territorio de tumbas, ¡extraoficiales! es el grito, ahora se hace relevante porque es de estudiantes, agrupados en una escuela Normal -la Raúl Isidro Burgos- con una historia donde su identidad se encuentra en la resistencia.
Por cada sueño arrebatado, dos luces encendidas, entre generaciones, es el dolor de Ayotzinapa que nos duele a todos, así se expresó en una marcha que empezó a las 18:00 horas en el Ángel de la Independencia, y a las 20:00 horas aún presentaba contingentes de estudiantes de la Universidad Nacional –con veladora en mano- arribando (volando con un sueño) al Zócalo de la ciudad de México.
Aunque las fosas clandestinas se multipliquen el clamor publico es uno: ¡Justicia!, lo que se manifestó en la marcha por los 43 normalistas desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, es una rabia nacional, la zozobra acumulada, el miedo replegado, el resentimiento de los ancestros junto a la prensa italiana todo mezclado y confluido de Paseo de la Reforma al Zócalo de la Ciudad de México.
“¿Qué hemos hecho?… ¿Por qué nos asesinas gobierno?.. Si somos la esperanza de América Latina”, eran los coros que se alzaban en la marcha que manifestaba el dolor de una sociedad indignada. A ráfaga tratan a los estudiantes. Sangre y fuego para los maestros, es el espíritu que prende en el ambiente.
“Nos duele lo que está pasando en el estado de Guerrero, que están asesinando estudiantes y nosotros toda la noche con oraciones y plegarias”, expresa durante la marcha, uno de los 43 familiares afectados.
Bernabé, campesino, padece la ausencia de su hijo Adán, a quien impulsó a estudiar en una escuela Normal porqué son de bajos recursos económicos, según expresa en la manifestación –y el resultado pudiera advertirse lógico- entre más se desgarra la voz de los familiares, mayor es el grito de “¡Fuera Peña!”.
En la marcha son visibles pancartas con leyendas “sí queremos un México diferente, dejemos de ser indiferentes”, y se escuchaban canticos como: “Si no hay justicia para el pueblo que no haya paz para el Gobierno”.
Queremos que las autoridades nos respondan, de lo contrario “la sociedad civil va a explotar… nos traen de arriba para abajo pero no nos resuelven nada”, exponen los padres exhaustos, desesperados, ajenos al sueño y al hambre natural. “Ya va casi un mes, y nada”, expresan con la sed de un clamor nacional.
“Puras esperas porque somos campesinos, sí no nos dan respuesta en unos días, vamos a tomar otras medidas”, dicen los padres de familia; y advierten “que se atengan a las consecuencias”, el color de la crónica es rico y variopinto, el problema es que “los colores se están despintando entre nuestras muelas apretadas de rabia”, según se expresó en la marcha que encendió una luz por Ayotzinapa.