Cuando el presidente Álvaro Obregón creó la Secretaría de Educación Pública en 1921, junto con el primer secretario del ramo, José Vasconcelos, se propuso un proyecto que entonces parecía utópico: construir, articular y sostener un sistema nacional de educación pública, que llevara escuelas y maestros hasta el último rincón del país. Casi un siglo más tarde, esa utopía es realidad, pero han surgido nuevos retos.
En el siglo 21, el desafío es lograr que esa educación sea de calidad para todos los niños y jóvenes de México. Si bien seguimos enfrentando demandas de cobertura en preescolar, educación media superior y superior, el principal desafío es que el sistema educativo público, laico y gratuito que fundaron el presidente Obregón y Vasconcelos también sea de calidad.
De todas las reformas estructurales promovidas por el presidente Enrique Peña Nieto, la educativa es la más importante. Desde la SEP es nuestra más alta prioridad garantizar su plena implementación. Para lograrlo, estamos poniendo toda nuestra concentración y enfoque en siete prioridades estratégicas.
En primer lugar, colocar a la escuela en el centro del sistema educativo. Si antes las escuelas estaban al servicio de un sistema rígido y vertical, ahora es el sistema el que está al servicio de las escuelas y los alumnos. Fortaleceremos a directores y consejos técnico escolares, al mismo tiempo que fomentaremos la participación más activa de los padres de familia.
De la misma manera continuaremos apoyando la autonomía de gestión y la asistencia técnica a las escuelas, y reduciremos la carga administrativa que enfrentan para que puedan concentrarse en tareas pedagógicas. Todo ello con el fin de fomentar procesos escolares que propicien la calidad y la equidad del aprendizaje.
Segundo, invertiremos más y mejor en infraestructura, equipamiento y materiales educativos. Los edificios, el equipamiento de las escuelas, así como la disponibilidad de libros y material didáctico, son elementos indispensables que toda buena escuela requiere.
Con los Certificados de Infraestructura Escolar realizaremos el programa más ambicioso en las últimas décadas para mejorar las escuelas de México. Más de 50 mil millones de pesos nos permitirán dar mantenimiento a planteles existentes y construir donde haga falta, llegando a cerca de 35 mil escuelas. Asimismo, desplegaremos un nuevo esfuerzo para que las escuelas cuenten con materiales de calidad, pertinentes y de manera oportuna.
Tercero, fortaleceremos el desarrollo profesional docente. Cada maestro es crucial en el proceso de enseñanza-aprendizaje y de cada uno de ellos depende en gran medida que podamos hacer efectiva una educación de calidad.
Por ello estamos consolidando el nuevo Servicio Profesional Docente y trabajando estrechamente con el INEE para llevar a cabo procesos de evaluación claros, transparentes y contextualizados, que son un valioso referente para poder ofrecer a los maestros de México la formación continua pertinente y de calidad que merecen. También estamos trabajando en un plan integral para fortalecer la educación normal y las escuelas normales.
Cuarto, revisaremos los planes y programas de estudio. Partiendo de los foros realizados para la revisión del modelo educativo, estamos trabajando en una agenda que marque el rumbo y guíe un diálogo con maestros, autoridades locales y expertos.
Juntos construiremos el nuevo modelo educativo y actualizaremos contenidos y la estructura curricular, acorde con las necesidades económicas y tecnológicas del siglo 21, así como con los valores de libertad, democracia, respeto a la ley, solidaridad, igualdad de oportunidades y patriotismo de nuestra época.
Quinto, daremos un renovado impulso a la equidad y la inclusión. Para ello buscaremos aumentar la cobertura en educación media superior y superior, a fin de que todos los jóvenes del país tengan acceso a una educación de calidad que los prepare para la vida y el desarrollo personal.
Además, complementaremos nuestros esfuerzos en educación preescolar, primaria y secundaria, haciendo mayor énfasis en la educación inicial. De igual forma, buscaremos una focalización más eficiente de las becas que otorga el gobierno para que lleguen a quienes más lo necesitan.
Redoblaremos esfuerzos para reducir la deserción, particularmente en educación media superior y, por último, fortaleceremos la educación especial para apoyar a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad.
Sexto, estrecharemos la vinculación entre la educación y el mercado laboral. Trabajaremos cercanamente con las instituciones de educación superior, públicas y privadas para que la formación que reciben nuestros jóvenes sea de mayor calidad y más pertinente, y de esa manera puedan encontrar más y mejores trabajos.
Daremos un renovado impulso a la educación tecnológica y a la formación dual, al mismo tiempo que mejoremos la orientación vocacional de los jóvenes. Por otra parte, la investigación y la generación de conocimientos deben ayudar al desarrollo de nuestra economía, tomando en cuenta sus vocaciones regionales y las exigencias de un mundo globalizado.
Por último, es urgente una reforma administrativa de la Secretaría de Educación Pública. Daremos pasos decididos para fortalecer el Sistema de Gestión e Información Educativa y asegurar que el manejo del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo sea eficiente y transparente.
Asimismo, para poder implementar exitosamente la reforma educativa en un contexto de recursos limitados, buscaremos eficiencias a lo largo y ancho de la secretaría para hacer más con menos.
La reforma educativa en curso tiene un largo camino por recorrer. Para llevarla a buen puerto, continuaré recorriendo las escuelas del país para reunirme directamente con maestros, alumnos y padres de familia, y seguiremos dialogando con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Trabajaremos estrechamente con el INEE y la ANUIES, y nos coordinaremos mejor con las autoridades locales a partir de la creación de cinco regiones educativas. Escucharemos a expertos, académicos, organizaciones de la sociedad civil y empresarial, pero sobre todo a los padres de familia, niñas, niños y jóvenes de nuestro sistema público de enseñanza básica, y en todo momento estaremos abiertos al escrutinio del Congreso de la Unión.
Cuando en 1921 Obregón y Vasconcelos plantearon su visión de llevar escuelas y maestros a todo el país, parecía una utopía. Hoy es una realidad. De la misma manera, 94 años después, la reforma educativa nos convoca a hacer que nuestro sistema de educación no solo sea público, laico y gratuito, sino de calidad. Juntos lograremos construir una educación de calidad que será el cimiento de un México más libre, justo y próspero.