Erica Franco Lavín
Después de haber concluido el primer trimestre del trabajo escolar que abarcó del 24 de agosto al 17 de noviembre, donde maestros, estudiantes y padres de familia han conjuntado esfuerzos para que la educación en México aun en tiempos de pandemia no se detenga, llegó el momento de reflexionar sobre las diversas experiencias que emergieron en la educación a distancia, un análisis de fondo que retome los diálogos y consensos para dar continuidad al trabajo educativo.
La SEP emitió los lineamientos para realizar la evaluación a los diferentes niveles de educación básica, con criterios centrados en la comunicación con los alumnos durante los tres primeros meses, considerando que pudo ser sostenida, intermitente o inexistente, y al encontrarse en cualquiera de estos indicadores se orienta a poner calificaciones solo si se tiene la información suficiente, además se permite administrativamente omitir la evaluación si por diversas causas no hubo comunicación, quedando pendiente hasta el siguiente período trimestral, dichos lineamientos llevan de manera implícita la orientación a no reprobar.
Los maestros sabedores de todo lo que se llevó a cabo desde que inició el ciclo escolar, reconocen que no solo es cuestión de asentar una calificación o sujetarse a los criterios normativos de la SEP, se coincide en el carácter formativo que ahí plantean de la evaluación, pero al mismo tiempo debieran establecerse las bases para el trabajo a distancia que se dará en el segundo período que está ya iniciando, por ello es necesario hacer una pausa en el camino para replantear las estrategias de trabajo, perfeccionarlas y de la misma manera analizar las relaciones que deben establecerse no solo con los estudiantes, sino con los padres de familia.
Durante las clases presenciales el contacto entre maestros y padres de familia se daba a través de reuniones convocadas en la apertura de cada ciclo escolar para socializar la dinámica de trabajo de los maestros, posteriormente se les citaba cada bimestre o trimestre para informar sobre las evaluaciones de sus hijos e hijas, en caso de que el estudiante no estuviera trabajando en el aula de manera óptima se podía citar al padre o tutor en cualquier momento, incluso existía el contacto diario de algunos padres con los maestros a la entrada y salida de la escuela.
Hoy la comunicación entre docentes y padres de familia es más que necesaria para mantener las actividades pedagógicas que se planean, solo esto garantiza que se lleve a cabo el seguimiento del trabajo desde casa, se retroalimente y se recopilen las evidencias de lo realizado por los alumnos, de esta manera los docentes logran conocer los avances, pero también las dificultades que van surgiendo día a día con sus estudiantes.
Para el nivel preescolar, educación primaria e incluso secundaria, la comunicación docente y padre de familia es imprescindible, ya que por la edad, los niños y niñas necesitan un acompañamiento y orientación mayor de sus padres, el uso del dispositivo móvil en la mayoría de los casos suele ser el de un adulto, por ello de facto se establece una relación cercana con los docentes, sin embargo, durante estos tres meses de trabajo a distancia fue surgiendo un fenómeno de distanciamiento de algunos padres de familia con los maestros, ocasionando a su vez la ausencia también del alumno, ante esta situación miles de docentes tuvieron que anexar a sus responsabilidades el contactar a los padres y madres de familia para saber el motivo que impedía que sus hijos e hijas dieran continuidad al trabajo escolar desde casa.
Las llamadas telefónicas, los mensajes vía WhatsApp, el acercamiento presencial en comunidades rurales y visitas a sus casas, fueron alternativas que los docentes tuvieron que emplear para entablar nuevamente la comunicación, muchos maestros tuvieron la suerte de hacerlos reflexionar en torno a la importancia de que los niños puedan estudiar y superar los retos y dificultades del aprendizaje a distancia, ofrecieron alternativas de trabajo, adecuaron sus planeaciones y estrategias a las condiciones de los estudiantes, sin embargo y a pesar de eso, no hubo éxito con todos los padres de familia, muchos de ellos a estas alturas del cierre de evaluaciones no han establecido contacto con los maestros e incluso abiertamente han decidido dejar de lado las actividades educativas diseñadas para trabajar durante este confinamiento.
Los docentes saben que el fenómeno de falta de comunicación con los padres de familia o estudiantes, si no se atiende de manera efectiva solo crea una bola de nieve que crece y que en algún momento derivará en conflictos mayores, surgirá una tensión y relación ríspida, siendo esto un aspecto que no favorece el aprendizaje, y hacer caso omiso a lo que está pasando o minimizarlo limitará el trabajo pedagógico del resto del ciclo escolar.
La reflexión de este fenómeno permite entender que el diálogo es un pilar fundamental, los maestros y padres de familia se deben reconocer como aliados en el trabajo a distancia, con un objetivo común, promover el aprendizaje desde el hogar es una tarea conjunta, reconociendo que a pesar de los retos y desafíos que esto implica, siempre existirá una posibilidad para seguir aprendiendo y que juntos es más fácil lograrlo.
Los padres de familia tienen en su hogar un campo de acción que hoy es determinante para que sus hijos e hijas sigan aprendiendo; en el ambiente familiar se deben fomentar todas las actitudes y valores que puedan potenciar la construcción de aprendizajes en los estudiantes y al mismo tiempo desarrollar las habilidades socioemocionales que les permitan salir avantes ante situaciones complejas, difíciles o problemáticas, no solo ahora, sino como una actitud constante en la vida; son los padres los que deben proyectar metas educacionales y crear altas expectativas para el presente y el futuro de sus hijos e hijas, pues para los maestros esta siempre ha sido la perspectiva que se tiene para cada estudiante, el esfuerzo que los profesores realizan en cada nivel educativo es con el fin de ir sentando las bases para que sus alumnos escalen en su preparación académica y eso les permita aspirar a un mejor futuro.
La relación docente y padres de familia debe ir más allá de palabras, el diálogo verdadero parte de una comunicación honesta, empática, sensible y con posibilidad de asumir compromisos en ambos lados, los padres de familia no deben ser solo espectadores en la educación a distancia, por el contrario deben ser una parte activa que potencie y reconozca la trascendencia del papel del maestro y el diseño de sus estrategias pedagógicas, valore sus esfuerzos, así como el maestro lo hace con los estudiantes y con los mismos padres de familia que dan lo mejor de sí mismos, aquellos que aun sin recursos, aun con carencias y necesidades, no se rinden, y demuestran que el deseo de aprender es más grande que la misma pandemia.
La alianza entre maestros y padres de familia que hoy se requiere, debe basarse en: La corresponsabilidad, reciprocidad, respeto, cordialidad, compromiso, colaboración y comunicación constante, un trabajo en equipo que sume esfuerzos, que comparta objetivos y planteen estrategias para conseguirlos, que asuman su responsabilidad cuando los resultados no sean los esperados, y que en lugar de confrontarse, corrijan y replanteen sus acciones, una alianza inquebrantable entre docentes y padres de familia es la única que puede garantizar que los niños, niñas y adolescentes sigan desarrollando su potencial con el aprendizaje en casa en tiempos de contingencia.