Dra. Carolina Irene Crowley Rabatté
Recientemente, la SEP publicó una invitación dirigida a los diferentes actores involucrados en la educación básica para participar en las “Asambleas de análisis del plan y los programas de estudio para el diseño de los libros de texto gratuitos para la educación básica”. Con dichas Asambleas, las autoridades educativas buscan abrir un espacio para que la comunidad exprese opiniones y sugerencias sobre diferentes documentos de trabajo elaborados para conformar el Plan y programas de estudios de la Nueva Escuela Mexicana. Al concluir este ejercicio, la SEP decidirá si dicho Plan, tiene el consenso nacional para que oriente el rumbo educativo del país y el tan anhelado diseño de los nuevos libros de texto gratuitos.
El ejercicio se antoja interesante, sin embargo, discutir en estas Asambleas documentos de trabajo incompletos como el titulado “Marco Curricular y Plan de estudios 2022 de la educación básica mexicana” es inadmisible. En este documento, los apartados: “Pautas para la puesta en marcha del plan de estudios 2022”; “Glosario” y “Referencias” tienen la leyenda “en construcción”, lo cual, a todas luces, es un acto tramposo. ¿Cuál es la necesidad de discutir un documento en el que te explican lo que se va a hacer, pero no te dicen cómo lo van a hacer? ¿Cómo imaginar unos libros de texto cuando se indica en ese documento que la malla curricular está en construcción? ¿Cómo comprender y pensar el término de comunidad-territorio, cuando el apartado del glosario se encuentra en blanco? ¿Se harán otras asambleas para discutir y opinar sobre los puntos faltantes?
Una discusión entorno a un documento inacabado se vuelve infructuosa. Estas discusiones, propician un ambiente de elucubraciones e incertidumbre que, en estos momentos en particular, no abona nada bueno a la educación del país.
No contar con un plan y programas de estudio propio de la Nueva Escuela Mexicana ha significado para esta administración, operar en ambientes contradictorios. Basta recordar el último rediseño de los libros de texto gratuitos para la Nueva Escuela Mexicana, orientado bajo el Plan de estudios “Aprendizajes Clave” de 2017. Hoy, de acuerdo con lo que se plantea en los diferentes documentos socializados para el trabajo de las Asambleas, esos polémicos libros, que acaban de ver la luz en este ciclo escolar, tendrán que desecharse para dar paso a otros que serán diseñados bajo una lógica que se propone totalmente diferente.
Esta nueva lógica, parte más de una ocurrencia que de un diagnóstico. Basta con consultar el apartado “Situación de la educación básica” en donde citando a autores en su mayoría extranjeros, se construye el discurso ideológico con el que la SEP justifica que México requiere redireccionar los rasgos fundantes de la escuela como la conocemos.
La idea es presentar una escuela diferente a las de antes, es decir, a las que conocemos. Para ello, la SEP propone quitar los grados escolares que conforman la educación básica y suplirlos por 6 fases; remplazar las asignaturas por cuatro campos formativos: 1) Lenguajes, 2) Saberes y pensamiento científico, 3) Ética, naturaleza y sociedad y 4) De lo humano y comunitaria; organizar cada fase en un programa de estudio estructurado en: a) Contenido, b) Diálogos, c) Progresión del aprendizaje, Orientaciones didácticas y d) Sugerencias de evaluación; eliminar toda evaluación que tenga como objetivo calificar y, por último, quitar al alumno del centro de la acción educativa para colocar en su lugar, a la comunidad.
Estos cambios se proponen para todos los niveles de educación básica y sí bien, en primaria, la enseñanza de los cuatro campos formativos seguirá a cargo de un docente, en secundaria, los campos estarán a cargo de varios maestros y maestras de asignatura. Por ejemplo, en el Campo de “Saberes y pensamiento Científico” participan docentes de Matemáticas con 5 horas a la semana, Biología con una hora, Física con dos horas, Química con dos horas y Tecnología con una hora. La estrategia para lograr la integración y el trabajo conjunto en este nivel, no se expone en el documento, por lo que, parce que seguiremos trabajando de la misma manera que se ha venido haciendo en los últimos tiempos.
Las y los docentes de primaria enseñan muchas cosas dentro de un todo que se llama grado escolar. Una de sus tareas es establecer conexiones entre los diferentes saberes para que junto con sus estudiantes integren los conocimientos para dar respuesta a diferentes situaciones o problemáticas que se les presenten. Si los maestros y maestras no hacen estas relaciones, difícilmente las harán sólo porque un nuevo plan de estudios así se los indique.
El currículo para la Nueva Escuela Mexicana apela entre otras cosas a la transversalidad, la integración de conocimientos en campos formativos, al enfoque intercultural, la flexibilidad, la pedagogía de proyectos, la comunidad como el espacio central de los procesos educativos, la libertad académica para replantear contenidos educativos y al docente como líder comunitario.
Los elementos mencionados han tenido alguna presencia en los modelos educativos y planes y programas de estudio de los últimos 30 años. Nada nuevo hay en esto, pero sí mucho que aprender de las experiencias pasadas.
Negar la existencia de cierta continuidad con los esfuerzos que en el pasado se han hecho para que México tenga una mejor educación, es una postura arrogante y prepotente de la SEP. El deseo de distinguirse de todo lo anterior, hará que tengan que inventarse desde cero, lo cual, además de tener tintes románticos, parece utópico.