Dra. Katiuska Fernández Morales*
En nuestro lenguaje cotidiano, el concepto o idea de innovación educativa es cada vez más común y, a partir de la pandemia que vivimos actualmente, se hace muy relevante. Es por lo anterior, que considero necesario tener claridad sobre el concepto de innovación para comprender cuáles pudieran ser sus implicaciones en el ámbito educativo. Para ello, habría que iniciar considerando que en la literatura el concepto de innovación puede tener diferentes aproximaciones dependiendo del contexto en el que se aplica.
En los años 90, Rogers (1995) hablaba de la innovación como una idea, práctica u objeto que es percibida como nueva por un individuo u organización, asimismo, en el año 2004, la ANUIES, en el Documento estratégico para la innovación en la educación superior la definía como “un modo de experimentar y explorar las posibilidades educativas en distintos ámbitos: curricular, didáctico, metodológico y organizativo” (p. 119). Como puede observarse, la innovación es un concepto que implica, por un lado, la idea de novedad y, por otro, generalmente se asocia con el progreso, el perfeccionamiento o cambio de alguna situación.
En el ámbito educativo la innovación ha sido concebida como parte de la transformación del rol de las instituciones y de los actores educativos, es decir, se ha vinculado con el cambio en la cultura, en las formas de trabajar y, por supuesto, en la manera de entender las funciones profesionales e institucionales, lo cual implica —indudablemente— cambios en los contenidos, en las metodologías e infraestructuras educativas.
Las características de la innovación tienden a influenciar la velocidad de su adopción y están asociadas con la etapa de persuasión del proceso de innovación-decisión. En este sentido, se han establecido diversos niveles, que van desde la introducción de algunas novedades en un contexto específico, o el cambio de varios elementos que, en conjunto, propician la generación de algo totalmente nuevo. Así, la innovación refiere a la capacidad de ajustar —de manera creativa— nuestras acciones a las circunstancias y a los avances del conocimiento, lo que nos ayuda a desarrollar la capacidad para realizar análisis anticipatorios que nos llevan a visualizar necesidades futuras para dar respuestas inmediatas.
En esta situación de la pandemia ocasionada por la COVID-19, donde las condiciones han trastocado todos las esferas de la sociedad, la innovación es uno de los puntos angulares de los sistemas educativos, ya que facilita el establecimiento de las condiciones propicias para desarrollar la creatividad de los sujetos en formación, para que sean capaces de recrear y transformar su entorno en diversas áreas: física, económica y social, de tal forma que tenemos opciones alternativas para conciliar la pertinencia, las oportunidades y la eficiencia de la transformación de los procesos educativos.
Referencias
ANUIES. (2004). Documento estratégico para la innovación en la educación superior. México: ANUIES.
Rogers, E. (1995). Diffusion of Innovations. New York: The Free Press.
* Katiuska Fernández Morales es Doctora en Investigación Educativa por la Universidad Veracruzana. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) e investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo (IIDE) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), México, en la línea de “Mediación Tecnológica del Proceso Educativo”. Su producción científica se centra en temas relacionados con investigación educativa, innovación educativa y tecnología educativa en la educación superior.