Octavio Pérez Cabrera*
La crisis sanitaria que estamos enfrentando en estos días, nos lleva a la reflexión, no sólo por el cuidado de nuestra salud y de la vulnerabilidad ante situaciones desconocidas. También es necesario pensar en la verdadera corresponsabilidad que tienen los padres de familia con la educación de sus hijos y el apoyo para con la escuela, plasmada en la reciente reforma educativa del artículo 31, fracción I, que a la letra dice: “Ser responsables de que sus hijas, hijos o pupilos menores de dieciocho años concurran a las escuelas, para recibir la educación […], así como participar en su proceso educativo, al revisar su progreso y desempeño, velando siempre por su bienestar y desarrollo” (DOF, 15/05/2019). En este tenor, el aislamiento de los educandos de la escuela y el resguardo en sus hogares establecido por la Secretaría de Educación Pública, es parte de la participación responsable de los padres de familia en la formación educativa de sus hijos.
La formación educativa de un alumno no sólo es cuestión de aprender algoritmos para la solución de problemas matemáticos, tampoco es la formalidad del uso de la lecto-escriruta, que si bien son habilidades que el alumno tiene que desarrollar y aplicar en ciertos ámbitos de su vida, hay otras competencias que no deben ser descuidadas por los alumnos, pero sobre todo por los padres. Esas competencias pueden ser el mejor pretexto para su fortalecimiento y vivencia en estos días de resguardo.
Así pues, irónicamente el aislamiento temporal de la escuela puede convertirse en un sano acercamiento entre padres de familia y alumnos, reconocerse y reencontrarse, pero no sólo en los momentos de acompañamiento para realizar las actividades planteadas en las guías previamente elaboradas por los docentes, sino también, en otros momentos para fortalecer la comunicación, la participación y la solidaridad humana ante situaciones de contingencia como el que actualmente vivimos. Tal como lo marca el artículo tercero de la Constitución Política de México, al mencionar que: “la educación tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, la conciencia de la solidaridad internacional, los valores y la mejora continua del proceso de enseñanza aprendizaje” (DOF, 15/05/2019).
Un valor muy importante que no se debe olvidar mientras se convive en el hogar, es el amor, este valor puede estar reflejado a través del interés que muestre el padre o la madre por lo que realiza su hijo mientras está en casa, interesarse por lo que los alumnos realizan es corresponsabilizarse con la escuela, es atender lo que a cada quien le corresponde, que los padres trabajen y, sobre todo, vivan junto con sus hijos los valores de responsabilidad, empatía y respeto y, que al regresar a las aulas, los docentes las retomen y las fortalezcan, porque como popularmente se dice: “lo que bien se aprende jamás se olvida” y que mejor que sea en casa y en la escuela.
Todos los esfuerzos compartidos siempre serán en beneficio de los aprendizajes para la formación integral del alumno.
*Maestro en Gestión de la Convivencia en la Escuela. Violencia, Derechos Humanos y Cultura de Paz. Por la Universidad Pedagógica Nacional y la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Licenciado en Pedagogía por la Universidad Pedagógica Nacional. Subdirector Académico y Docente de Educación Primaria.