Abelardo Carro Nava
El pasado 16 y 17 de mayo en el Estado de México, se desarrolló el Congreso Nacional para el Fortalecimiento y Transformación de las Escuelas Normales Públicas del País. A dicho Congreso asistieron, 255 delegados efectivos (maestros y maestras) que, conforme a la mecánica que estableció el Mecanismo de Coordinación Nacional de Autoridades de Educación Normal en su convocatoria publicada el 20 de marzo, pudieron participar en esta etapa nacional, pero sin que hubieran cubierto las dos etapas previas: la escolar y la estatal.
Los temas que se abordaron en las 5 mesas de trabajo, fueron: 1. El docente que queremos formar para la transformación del país. 2. La escuela normal, proyección hacia el futuro. 3. Desarrollo profesional de los formadores. 4. Autonomía para las escuelas normales: qué tipo de autonomía necesitamos. 5. Ruta curricular: qué hacer y hacia dónde ir. Temáticas que, como ya he dicho, se fueron construyendo a través de las etapas previas al Congreso Nacional y, en la que participaron, directivos, docentes y alumnos de las escuelas normales del país; vaya, los actores indiscutibles del normalismo mexicano y, cuya representación, la llevaron los delegados efectivos que líneas atrás refiero.
Éste, sin duda, fue un evento que estuvo enmarcado por varios símbolos, acontecimientos y acuerdos. Desde luego, cuando de normalismo hablamos, indudablemente los tres aspectos que he señalado, cobran sentido y más cuando por años, ese normalismo mexicano estuvo en el olvidado. Lanzar sendas culpas por ese desastre educativo sería lo de menos; considero, cada uno podría tener un juicio sobre las políticas educativas que, escasamente, implementaron los gobiernos priistas y panistas durante sus respectivos sexenios; no obstante, es necesario recalcar este hecho inobjetable: el subsistema de educación normal del país, estuvo, por décadas, en el olvido. ¿Revisamos las políticas educativas que se destinaron para el “fortalecimiento” y “transformación” de las escuelas normales? El espacio no me permite tanto. Sin embargo, debo señalar que los conceptos “fortalecimiento” y “transformación” datan de hace varios años, por ejemplo, cuando las escuelas normales aún se encontraban en la Subsecretaría de Educación Básica y Normal (https://www.dgespe.sep.gob.mx/public/ddi/promin/guias/ProMIN.pdf). Caray, ¿desde hace más de 15 años y no se ha avanzado en ese esquema, de fortalecimiento y transformación, al que en los discursos reiteradamente aluden las autoridades. En fin, ¿desea un dato más anejo? Le invito a consultar el texto “La educación normal en México” de Verónica Medrano (http://publicaciones.inee.edu.mx/buscadorPub/P3/B/108/P3B108.pdf), sobre todo, cuando habla de la existencia del famoso Programa para la Transformación y Fortalecimiento Académico de las Escuelas Normales de 1996. Sí, de 1996, es decir, llevamos poco más de 23 años, hablando de “fortalecimiento” y de “transformación” en las escuelas normales, y aún, en pleno 2019, lo repetimos.
Dicho lo anterior, resulta interesante cuestionarse: ¿por qué, de la noche a la mañana, se volteó la mirada a las escuelas normales y a sus respectivas comunidades normalistas?, ¿qué fue lo que generó tal mirada?, ¿cuál es la visión que se tiene con respecto al propósito de las normales contemplado en la Constitución y demás leyes secundarias? Repito, interesantes cuestionamientos que merecen un análisis y reflexión profunda por parte de todos los actores educativos, principalmente, los normalistas de México.
Nadie puede negar que, en su heterogeneidad, el normalismo mexicano atraviesa por sentidos problemas; le pongo un ejemplo de la dimensión de éstos: en la mesa 2, La escuela normal, proyección hacia el futuro, los delegados presentaron alrededor de 190 propuestas que pudieran atender las problemáticas existentes en sus respectivos estados y/o escuelas. Sí, alrededor de 190. Éstas, estuvieron relacionadas con infraestructura; capacitación, actualización y profesionalización docente; planes de estudio (mallas curriculares); investigación y extensión educativa; financiamiento; condiciones laborales; entre otras. Sí, con seguridad usted estará pensando que dichas propuestas, se relacionan con las problemáticas que no sólo se viven en el subsistema normalista, y es cierto. La pregunta en todo caso, independientemente de los acuerdos a los que se llegaron en esta mesa, sería: ¿cómo le van a hacer las autoridades para atender todas estas propuestas si, en el futuro inmediato, no se cuenta ni contará con un presupuesto robusto para la formación inicial de docentes? Ciertamente el recurso no lo es todo, pero de esa heterogeneidad normalista se desprende, grandes necesidades y grandes soluciones.
Ahora bien, por lo que respecta a la pregunta sobre el por qué, de la noche a la mañana, se volteó la mirada hacia las escuelas normales; pienso que, por un lado, se pretendió eliminar aquella afirmación atroz y denigrante que lanzó cierto Secretario de Educación “cualquiera puede ser maestro” y, por el otro, una posible solución que podría llevar a aminorar los males que aquejan al Sistema Educativo Mexicano (SEM) en cuanto al aprendizaje de las niñas y niños de México, es decir, desde sus cimientos.
Sobre este último asunto, lanzar campanas al vuelo es incorrecto. De sobra está decir, que el Mecanismo de Coordinación Nacional de Autoridades de Educación Normal, lo constituyen las Autoridades de este subsistema a nivel nacional; de hecho, por obra del espíritu santo, se constituyó una Junta (representantes de dichas autoridades de 5 regiones del país) que, conforme a atribuciones desconocidas, tienen como propósito conducir, orientar o dirigir las actividades de este congreso o, supongo, de otras relacionadas con la educación normal. ¿Acaso los maestros y maestras normalistas no pueden organizarse para proponer un esquema que permita una mejora sustantiva en sus respectivas escuelas o estados? Recordando a Manuel Gil Antón, tal parece que no solo los maestros de educación básica son catalogados por las autoridades como “infantes”, sino también, los de educación normal, puesto que etimológicamente tal concepto significa sin voz. En fin, solo fue un pequeño recordatorio.
Finalmente, por lo que respecta a los símbolos, me llamó la atención que el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán sí haya asistido; en pasillos se murmuraba sobre ese suceso; no obstante, tres asuntos sobresalen de tal asistencia: 1. El que haya acudido para iniciar los trabajos del Congreso a una entidad donde el gobierno es de extracción priista y éste no está del todo bien, ni en su estado ni con la federación. 2. El que, en el protocolo de inauguración, no haya estado en el presídium el Director de la DGESPE (no así en el cierre de los trabajos cuando dicho Director si hizo acto de presencia). 3. El que, durante el acto protocolario de inicio de los trabajos, el Secretario no haya hecho mención del boletín No. 77 de la SEP, por el que se suspendió, a partir del 16 de mayo, cualquier evaluación magisterial.
Con negritas:
Una de las exigencias que merecen especial mención, fue la que hicieron tres de las cinco mesas en las que participaron maestros y maestras normalistas: la declaratoria de Congreso Permanente; es decir, puesto que los trabajos no se concluyeron en los dos días que estipuló la convocatoria, éstos deberían continuar, pidiendo para tal efecto que, en un plazo no mayor a 45 días, los delegados efectivos, que fueron parte de este primer proceso, fueran reunidos para continuar con dichos trabajos. Tal exigencia, fue escuchada y atendida y al final del Congreso, se hizo la declaratoria correspondiente.
Por cierto, ya que hablamos de Congreso, no estaría mal que el Director de la DGESPE y, sus respectivos asesores, se “empaparan” un poco más sobre lo que significa hacer un Congreso de este tipo. Vaya, desde la forma en que se eligen a los moderadores y relatores, hasta la forma en la que se tienen que leer en plenaria las conclusiones o la entrega de resolutivos ante quien corresponde, son aspectos que deberían ser tomados en cuenta para futuros encuentros. Ciertamente, los comentarios y exigencias que plantearon los normalistas permearon en la estructura de esa Dirección; de ahí que, a partir de este día, se haya hecho llegar un oficio a las autoridades educativas estatales sobre éstos y otros asuntos.
Veremos qué es lo que se viene y cómo se viene, ahora que se vive un normalismo en la era de la 4T que, por muchos años estuvo en el olvido. Aunque es de llamar la atención que, quien encabeza en este momento la DGESPE, estuvo durante tres años con el gobierno que tanto lastimó y ofendió al magisterio.
Al tiempo.