Rosalinda Ballesteros*
Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) fue una de las personas más apasionadas por el conocimiento de la época virreinal hace más de 300 años. Tenía una importante colección de instrumentos científicos, y en sus cartas y ensayos defendía el derecho de las mujeres para la obtención del saber. Desde aquella época — en que las mujeres tenían prohibido el ingreso a la universidad — hasta la actualidad, ellas han alimentado esta pasión por aprender. Son catalizadores indispensables del avance científico en México.
Desde Matilde Montoya (1859-1939), la primera persona del sexo femenino en titularse como médica y obtener un doctorado en obstetricia, hasta Xóchitl Cruz López, que a los ocho años recibió el Premio de la Ciencia Nuclear 2018 de la UNAM por inventar un calentador solar. El amor y la perseverancia de las mujeres por la ciencia han rendido sus frutos. En 1984, año de su creación, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) estaba conformado por 1,386 miembros, de los cuales 283 eran mujeres (20.4%); treinta años después la cifra aumentó a 7,444 (34.85%), y el porcentaje sigue creciendo con el 37% en 2019.
Por todas partes y en diversas ramas de la ciencia encontramos investigaciones, inventos y descubrimientos realizados por mujeres: María Elena Caso (1915-1991), doctora en Ciencia Biológicas y pionera en el estudio de las estrellas de mar y otros equinodermos marinos mexicanos; la botánica Helia Bravo Hollis (1901-2001), quien clasificó y difundió el descubrimiento de diversas especies de cactáceas.
Una de las más reconocidas es la doctora Silvia Torres-Peimbert (1940). Primera mexicana doctorada en Astronomía; recibió una multitud de premios nacionales y extranjeros por su labor de promoción de la ciencia y sus investigaciones sobre la composición química de las nebulosas interplanetarias, y de 2015 a 2018 fue la primera latinoamericana en presidir la Unión Astronómica Internacional.
Así, los nombres femeninos se multiplican en las ciencias en México: la doctora en Matemáticas Ángeles Domínguez es investigadora del Tecnológico de Monterrey y desarrolla actualmente dos proyectos en temas de ciencia y género patrocinados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) con el objetivo de empoderar a las alumnas desde nivel secundaria y lograr la equidad en el campo de la ciencia y la técnica.
Existe un campo de la ciencia que comenzó a explorarse hace un par de décadas. Se trata de las Ciencias de la Felicidad y la Psicología Positiva, el estudio científico del bienestar y la felicidad.
En otras épocas fueron un número reducido en un mundo que parecía formado principalmente por varones, pero su trabajo se hace cada vez más visible. Todavía hay un largo camino por recorrer: según la Unesco, a escala mundial 30% de los investigadores son mujeres. En México aún no se alcanza la equidad en el terreno científico, aunque el país está compuesto por 51.4% de mujeres; es decir, más de la mitad de los mexicanos son del sexo femenino, según datos del INEGI (2015).
Encontrar metas que valen la pena y perseverar en alcanzarlas a pesar de los obstáculos que se presenten en el camino ayuda a alcanzar la felicidad. Las investigadoras mexicanas que pertenecen a distintos campos de la ciencia tienen algo en común: su pasión por aprender y el GRIT o tenacidad, que construyen cada día para lograr sus objetivos. Por ello, el futuro de la ciencia está en sus manos.
*Directora del Instituto de Ciencias de la Felicidad