Gracias al trabajo periodístico de Facundo Ugalde, reportero del periódico local Plaza de Armas, nos enteramos que al Instituto Tecnológico de Querétaro (ITQ) lo alcanzó la corrupción. Testimonios de estudiantes recabados por este medio indican que por mil pesos o más se modificaban calificaciones y por 20 mil se podía obtener un lugar para estudiar en el ITQ. A la venta de calificaciones y lugares, hay que sumarle solicitudes de favores sexuales, nepotismo e impunidad.
Ciento catorce estudiantes fueron ya dados de baja porque, según el director del ITQ, José López Muñoz “ellos son los que muestran en su historial académico el cambio de calificaciones entre el 7 y el 15 de enero de 2016”. Para las autoridades del Instituto, esto es una señal de que “todos ellos han sido parte o cómplices de estos actos de corrupción…” (Plaza de Armas, 03/02/16).
Al destaparse la cloaca —y al actuar solamente en contra de los estudiantes— era lógico que se iniciara una espiral de acusaciones y recriminaciones. Los nombres de varios académicos y trabajadores administrativos ya salieron a la luz y las sospechas y el desconcierto crecen.
Como interesado en lo que ocurre en el campus, me di a la tarea de buscar a algunos estudiantes del ITQ con el propósito de platicar sobre esta penosa situación en la que se vio envuelta una de las instituciones académicas más reconocidas de Querétaro. ¿Hackearon desde otro lugar la cuenta del ITQ para cometer estas tropelías o el enemigo está adentro? ¿Qué condiciones se viven dentro del instituto que podrían propiciar este tipo de corrupción? ¿Qué consecuencias se avizoran y cómo resolver el escenario de crisis institucional?
Con seguridad y apertura, Lucio (nombre ficticio) respondió a las preguntas que se le plantearon. En primer lugar, dejó claro que él prefirió estudiar en el ITQ por su plan de estudios, el cual lo considera mucho más sólido en el área de matemáticas que el de otras instituciones universitarias. Es precisamente en las asignaturas de Cálculo en donde está “lo duro”; ahí es el “filtro”, dice.
Cabe recordar que el ITQ es una institución relativamente selectiva, pues registra una tasa de absorción de 48 por ciento, es decir, solo puede entrar un poco menos de la mitad del total de jóvenes que aspira a estudiar alguna de las 11 carreras que ofrece. En 2012, reportó una matrícula de 6,226 estudiantes, pero de este total, solo 30 por ciento son mujeres.
Sin rodeos, Lucio acepta que en el interior del ITQ sí hay prácticas de corrupción como vender calificaciones, pero que él no ha recurrido a ello pues lo que “uno tiene que hacer es esforzarse”. Lucio, por cierto, trabaja todo el día en una cafetería y estudia de las dos de la tarde a las diez de la noche.
Al interrogarlo sobre los efectos de estas prácticas, Lucio ve la consecuencia más perjudicial en el mercado laboral y aunque muchos de sus compañeros muestran preocupación en este sentido, también advierte que la comunidad estudiantil del ITQ es poco proclive a involucrarse en cuestiones ajenas a la vida escolar. De hecho, como ejemplo, comenta que a pocos les interesa saber cómo se elige al director o directora del Instituto; “de repente nada más nos dicen que tal día va a llegar el nuevo director”, el cual, remata, “casi no tiene ninguna comunicación con los estudiantes”.
El ITQ, como se sabe, está adscrito al Tecnológico Nacional de México (TNM), el cual fue creado en 2014 por decreto presidencial y en el cual se señala que los nombramientos de los directores son propuestos por el director general del Tecnológico al Subsecretario de Educación Superior, aunque también el Consejo Académico interviene en el proceso aprobando los perfiles.
Las consecuencias de la corrupción en el ITQ aún no pueden estimarse; dependerá de cómo maneje la crisis el director y su equipo. Un acierto del actual titular fue convocar a una rueda de prensa para fijar la postura oficial y por lo que revelan las notas periódisticas, va a permitir que instancias externas como el Ministerio Público Federal, la Policía Cibernética y la Policía Especilizada en Delitos Fiscales se hagan cargo del caso. Sorpresivamente, López Muñoz también reveló que por lo menos en siete estados se está teniendo la misma problemática y Plaza de Armas complementa la nota diciendo que hay investigaciones en curso en los tecnológicos de Ciudad Victoria, Reynosa, Villa Hermosa y Acapulco (Plaza de Armas, 04/02/16).
La corrupción e impunidad indignan en todos los ámbitos, pero en el universitario son inverosímiles. ¿Acaso no fuimos formados para pensar y actuar mejor? Confío en que el ITQ resolverá la crisis si sigue mostrando apertura y decisión para limpiar por completo la casa. En ello, el respaldo de las instancias federales y de la sociedad de Querétaro será central y necesario. Jóvenes como Lucio lo merecen.
Profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro
Twitter: @flores_crespo